Historia de una Cetra, desde el Cañón Cosmo ~Fan Fic~

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Alín Vulpes
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Historia de una Cetra, desde el Cañón Cosmo ~Fan Fic~

Post by Alín Vulpes » 22 Jun 2013, 11:29

Bueno antes de nada decir que en realidad me da un poco de corte poner un fic así tal cual XD Por eso de que llegué ayer, pero no sé, me hace ilu ;P
Esta es una historia que empecé cuando tendría unos 10 u 11 años y había jugado al FFVII por primera vez, llegué a Kalm, vi esa pequeña historia y pensé *¬* Y bueno, había muchas paranoias que no son posibles y tal y cambié bastante la historia, total de niña era un manga (aunque no sabía que aquello era manga por aquel entonces) y bueno, aun así podríais encontraros paranoias y tal... de cualquier modo es un fic, y como todo fic no tiene que ser todo exacto al juego, por eso de que si se meten pjs nuevos o algo la historia va a varias y que si todo el mundo escribiese el juego exacto no tendríamos fics XD
Bueno, no me enrollo más, os presento al pj que me da nombre, Alín Vulpes, cuidadmela ^^ Y perdonad todas las paridas que dice, es que ha salido a mí, o yo he salido a ella, aun no lo sé XD

[center]-Capítulo I: El Legendario Soldado Soñado-

[/center]Desde aquel día…todo cambió. La primera vez que oí su nombre, el nombre de aquel héroe, el cuál era un dios luchando. Quería ser tan buena como él y comencé a entrenar para entrar en Soldado, así que aprendí a usar la espada, ya que anteriormente había usado un arco, pero los verdaderos Soldado llevaban espadas todos ellos.
Recordaba el arco y me entraba nostalgia, de hecho de ahí recibía uno de mis apodos Red Arrow, ya que muchos niños solían meterse con mi pelo, era a mechas blancas y castañas, alguna vez me lo teñí de blanco y comenzaron a llamarme vieja, pero al final me harté del todo, no podía teñirlo de castaño porque por algún extraño motivo, el pelo blanco no cogía color…se iban a meter conmigo de todas maneras así que lo dejé estar y cada vez que venían a meterse conmigo, comenzaba a lanzar flechas incendiadas desde la ventana. Yo hacía magia, algo que no era muy raro en el mundo, pero hay que saber usarla bien.
Sephiroth…mi ídolo, el mejor Soldado de todos los tiempos…recuerdo la alegría que sentí cuando pude verle por primera vez.
Todo comenzó cuando Shin-Ra visitó por primera vez el Cañón Cosmo, decían que sus intenciones eran buenas, pero poco después los del Cañón se dieron cuenta de que ni por asomo había algo de nobleza en las intenciones de Shin-Ra. Pero el Cañón perdió algo aquel día, a mí, ya que al encontrarme con Sephiroth, no pude evitar seguirle.
Recuerdo que yo estaba entrenando aquel día y decía cosas tales como que sería el mejor, ya que en aquel momento estaba entrenando vestida de hombre, quería entrar en Soldado en breve así que mejor ir entrenando también las pintejas. Al ser una chica, no sabía si me aceptarían en Soldado, así que mejor no arriesgarse. Al oírme murmurar cosas como Soldado, decidió hacerme una prueba para ver si valía, luché un rato contra él, no era una lucha a muerte, evidentemente, porque si no, con la mierda de nivel que tenía yo entonces (comparado con el de ahora, por supuesto) me habría matado de un porrazo, pero en fin, conseguí aguantar bastante bien, ya que era rápida esquivando y demás.
Me uní a Soldado, dudaban de si debía estar directamente en primera clase, ya que no tenía experiencia ni nada parecido, pero Sephiroth se interesó por mí, así que podría decirse que yo era su alumna, así comienza mi historia:

-Nanaki, apunta bien, cíñete a las coordenadas, sino huirá- me dijo por el walkie talkie.
-Recibido, ya sabes que puedes confiar en mí- respondí.
-No estaría yo tan seguro, recuerda la última vez- dijo.
-Eres un quejica, no pude evitar romper aquel pilar también, ¡me gustaría verte en mi lugar!- protesté.
-Vosotros dos- dijo una tercera voz- dejad la charla para más tarde.
-De acuerdo, señor Honor- respondí algo molesta.
Corrí hacia el objetivo, salté y le propiné una estocada. Lo corté por la mitad, pero mi estocada era… ¿cómo decirlo? Original, justo como yo. Hice una grieta en el suelo de hierro, lo malo de eso es que el señor profesor se iba a encabronar conmigo…
-Es imposible- comentó otra voz distinta a las anteriores- o rompe algo, o da la impresión de que su vida ya no tiene sentido.
-¡Tú a diseñar ropa!- volví a protestar.
Tenía que procurar que no me diesen mis arrebatos bestiales, porque igual se me olvidaba poner la voz rara para que no se notase que era una chica.
-Tan pasional como siempre…y tan problemático…así jamás tendrás fans- volvió a decir.
Me iba a liar a dar voces, pero en aquel momento una bestia se abalanzó sobre mí, menos mal que era de reacciones rápidas, porque sino… pero bueno, pude darle una estocada combinada con el elemento fuego, que era tan característico en mí.
Causé una gran explosión, de hecho, la onda hizo que yo cayese hacia atrás, caí bien y de una forma bastante guay además, pero pisé una piedrecita…
“Joder”.
Caí de culo y una nueva bestia se encaminó corriendo hacia donde yo me encontraba. Me incorporé de un salto y blandí mi espada para acabar con ella.
-Nanaki, deja de entretenerte y avanza, no tenemos todo el día, ve al grano- comentó mi profesor algo mosqueado.
“Desde luego que rápido e impaciente, como sea así para todo, no se va a echar novia en su puñetera vida”.
Me puse a correr como alma que lleva el diablo y tras un par de luchas, si es que se le puede llamar así, ya que de una estocada morían, llegué al verdadero reto, delante de mí se encontraba el Boss, pero eso no me asustaba, era lo que llevaba esperando todo el rato, a mí me encantaba luchar.
Una gran máquina se situaba enfrente de mí, era un Barredor, los conocía bien. Disparé un par de bolas de fuego y parecieron afectarle, pero no mucho, era evidente que al ser una máquina, lo mejor era lanzar rayos, centellas y otro tipo de efectos especiales, pero no fuego. Los del walkie talkie comenzaron a protestar y yo pasé de ellos, quería divertirme un rato y punto. La máquina me atacó y logré esquivarlo por un poco, era muy veloz a pesar de ser una máquina gigante. Me dejé de tonterías, porque los de megafonía iban a reventar el walkie talkie e iba a verme obligada a romperlo para que callasen, así que usé la magia de rayo contra la máquina, después esta me atacó, pero fue algo así como un manotazo, por lo que no recibí daño serio, y tras eso lancé mi último ataque, era una estocada imbuida en rayos. El Barredor se desplomó, yo había ganado.
En ese momento apareció mi maestro, Sephiroth. Yo le miré, de seguro me iba a putear de lo lindo, aguardé, tenía el rostro inexpresivo, ahora era cuando acojonaba de verdad, nunca se sabía si la iba a felicitar a una o si le iba a escupir directamente, lo segundo era más probable.
-Idiota- me dijo.
-¡Vamos!- exclamé- no te vayas a poner melodramático… ¿acaso nunca te has divertido luchando?
-De seguro que fue siendo tan imprudente como eres como te hiciste esa cicatriz en el ojo- me reprendió.
-Ya lo hablamos, no fue así- me defendí.
Yo tenía una cicatriz en el ojo izquierdo, bueno arriba y abajo del ojo, evidentemente, si llega a ser un poco más profunda, de seguro me quedo ciega. Esa cicatriz estaba cerca de un lunar que tenía bajo el mismo ojo. Me la hice intentando ayudar a una peculiar cachorra de zorro, la llamé Blue, porque sus ojos eran azules como el cielo, pero eso es otra historia, recibí el impacto de un monstruo que la estaba atacando, pero por lo visto Don Profesor no se lo creía. Me prohibieron traer a Blue conmigo, así que tuve que dejarla en el Cañón Cosmo antes de venir.
Sephiroth parecía querer matarme, al igual que Angeal y Génesis que acababan de llegar. Pero me daba igual, me gustaba divertirme y punto, lo malo es que me echasen de Soldado por chula de mierda, pero no era así. Simplemente me aburría con facilidad y buscaba entretenerme con cualquier cosa.
-Desde luego- comenzó Angeal- que alumno que tienes…
-Tú no te quejes- le respondió Génesis- que tu cachorro tampoco es que esté muy cuerdo.
Angeal esbozó una sonrisa incómoda, pero… ¿cachorro? ¿Se había comprado un perro y le dejaban tenerlo?
-¡Hey!- protesté- si Angeal tiene mascota, yo también quiero una.
Tras mi comentario comenzaron a reír, yo no entendía nada, en serio los hombres alcanzan una frecuencia distinta, no los comprenden ni su madre.
-Angeal no tiene una mascota, al menos no se considera mascota de momento- explicó Génesis- es su alumno, se llama Zacks, alias, el cachorro.
-Porque me recuerda a un cachorro- terminó Angeal.
-¡Bueno!- dije alucinando- ¡A saber cómo me llamáis a mí!- tras eso, comenzaron a hacerse los locos, mierda, yo tenía un apodo a mis espaldas- muy bien, os pondré a vosotros también.
-Normalmente nos llamas como te da la gana- respondió Génesis.
-Ya, pero este se lo facilitaré a vuestras fans, diré que es oficial- solté una risa despiadada mientras los otros tres me miraban- bueno, ¿Qué hago ahora? Se aceptan sobornos, pero quiero decir ¿A dónde vamos?
-De momento- respondió Sephiroth- deberías ir a las duchas, ya que estarán vacías y siempre tienes un especial interés en ducharte cuando no haya nadie.
-¿Tienes algo que ocultar?- preguntó Génesis en un tonito que no me agradó.
-Por supuesto, bastante más que tú y de lo que piensas, si entrases cuando me ducho, descubrirías que has dejado de ser el más guapo y popular- respondí con sorna.
Génesis se picó, Angeal se reía e incluso me pareció ver a Sephiroth esbozar una pequeña sonrisa. Los dejé tranquilitos y me marché a las duchas, después de un estriptis improvisado, me metí a ducharme.
“¡Qué alivio! Me cago en las puñeteras vendas”.
Para ocultar mi sexo, lo primero era parecer una tabla de planchar, y precisamente yo era justo lo contrario, así que vendas súper apretadas. Después de la ducha salí al vestuario, iba a comenzar a vestirme cuando escuché un ruido y tuve que coger las cosas como una loca y encerrarme en uno de los baños.
-¿Estás ahí, guapetón?- lo último lo dijo con un vacileo que daban ganas de pegarle.
-Tranqui, que puedes pasar, me oculté de tu vista para que no te desmayes- respondí del mismo modo.
Génesis avanzó hasta quedar justo enfrente del baño en el que estaba yo, lo sabía porque pude oírle fuera. Había terminado de secarme y me iba a empezar a vestir y me di cuenta de algo muy diver, las vendas se me habían quedado fuera, de hecho oí a Génesis hablar.
-¿Vendas?- preguntó sin entender.
-Sí, me hice daño en la pierna y me puse unas vendas para…- hice una pausa- un esguince, ¿sabes?
-Pues ya debe ser grande, porque aquí hay…puff- respondió.
-Anda, lánzamelas por encima de la puerta- le pedí.
-Vale- contestó y las lanzó, pude cogerlas al vuelo y comencé a ponérmelas.
-Por cierto, ¿qué haces aquí?- pregunté.
-Venía a buscarte, informaron de que hay problemas en Midgar, están apareciendo monstruos, va a ser tu primera misión real, irás junto a Sephiroth, ya que tiene que supervisarte- explicó.
-Eso no vale- comencé como si me estuviese quejando- Don Profesor lo que quiere es quedar de protagonista.
-No estaría yo tan seguro- me dijo.
-No…claro- dije sarcástica.
-Pues pregúntale, que está aquí mismo- me pareció que reía.
“Mierda, Génesis, esta te la guardo, cabrón”.
Abrí la puerta y los miré. Ya estaba lista para ir a donde fuese, y Sephiroth también parecía tan preparado como cabreado. Le miré intentando sonreír un poco para que no me cortase a trocitos.
-Tardas mucho, vamos- me dijo.
-¡Hey!- exclamé- no te molestes, que solo era broma- le expliqué.
-Lo sé- era más seco de lo normal.
Finalmente partimos, yo estaba más animada de lo normal, lo cual podría llegar a ser casi preocupante…pero era mi primera misión, tenían que entenderlo. Seguía emocionada y con ganas de destrozar todo lo que se me cruzase, pero tenía que contenerme para no destrozar a la gente de paso…
-Bueno, ¿hacia dónde?- pregunté con mucho ánimo.
-Tranquilo, chico- me respondió él- no puedes comenzar a armar un jaleo porque sí, tenemos que ser prudentes.
-De acuerdo- le respondí.
Traté de tranquilizarme, pero no podía. Estaba en mi primera misión oficial y con mi ídolo además, aunque él venía a vigilarme para que no la cagase. Le seguía de cerca, de hecho parecía su sombra, esperaba que aquel gesto no le incordiase, pero si no quería que me impacientase, pues tendría que limitarme a seguirle.
-Aquí están- comentó con su habitual calma.
Aparecieron un par de monstruos, no me dio tiempo ni a lucirme un poco, Sephiroth los despachó pronto, era un honor verle luchar, pero también me daba un no-sé-qué que no me dejase hacer nada, yo era capaz de defenderme sola. El hecho se repitió un par de veces, en un principio pensé que no se fiaba de mí, pero luego me di cuenta de que en realidad lo que quería era aligerar y ser lo más eficaz posible. Así que simplemente lo seguía a toda velocidad, me preguntaba cuando diablos me dejaría hacer algo. Llegados a un punto, extendió su brazo delante de mí, por lo visto habíamos llegado a nuestro destino, así que paré en seco.
-A ver si me dejas hacer algo, maestro- repliqué- que parece que he venido de adorno de decoración del fondo.
Me miró un momento, esperaba que no le diese por pegarme un Masamunazo en la boca por lista, ya que era un poco respondona, aunque no lo hacía con mala fe, es que me salía solo.
-Está bien, trata de hacerlo tú mismo, pero no destroces nada, me han dado el aviso si rompes algo…serás suspendido como Soldado- hizo una pausa- para siempre.
Iba a protestar, pero no me dio tiempo. Ante nosotros apareció la verdadera amenaza, era un monstruo deforme y que desprendía un vapor verdoso. Dejó caer tentáculos y tomaron forma de monstruos. Era la primera vez que veía algo así.
-¿De dónde sale esto?- pregunté.
-¿Asustado?- preguntó y yo solté un gruñido en respuesta, por supuesto que no lo estaba, pero nunca había visto algo así- está impregnado con energía de Mako, pudo ser cualquier cosa antes, ahora es una monstruosidad que además es capaz de reproducirse o…
-Directamente absorbió cosas antes, animales o incluso personas… ¿no?- acabé la frase, pero añadí esa pequeña pregunta, ojalá me equivocase y no fueran personas todo aquello con lo que me crucé, pero Sephiroth se quedó callado- supongo que eso es un sí…
Me preparé y empuñé mi espada, mi espada de fuego forjado. Tenía como una especie de púas por toda la hoja, que era muy gorda, aquella espada no podía tener una funda, era imposible enfundarla.
El monstruo creó dos monstruitos bastante más pequeños que él, desprendían el mismo vapor verdoso, pero aun así…las palabras de Sephiroth me hicieron dudar, si yo destruía algo…me echarían de Soldado para siempre.
-¡Esna!- grité y al ser estos de veneno y yo lanzarle una cura contra el veneno, reventaron- No creo que esto baste con ese grandote de ahí.
Imbuí la hoja de mi espada en aquella magia y me dirigí hacia el Boss, pero varias imágenes pasaban entonces por mi mente, si me echaban de Soldado ya no tendría a donde ir, en el Cañón Cosmo todos me odiaban por haberme unido a Shin-Ra. Vacilé un momento y aunque le di una estocada, no fue muy fuerte y el monstruo me golpeó con uno de sus tentáculos y me lanzó hacia atrás. Caí de espaldas, el veneno me había afectado, al darme con sus tentáculos me infectó. Antes de que pudiese levantarme si quiera o plantearme el curarme, Sephiroth le había propinado una estocada al monstruo haciendo que este soltase un chillido desagradable. Dejé baja la cabeza y apretaba las manos, yo me había sentado y le vi propinar la estocada, era simplemente perfecto, su forma de luchar era asombrosa, inimitable…
-¿Qué te ha ocurrido?- me dijo él mientras yo tosía de una forma brusca, ya que estaba apretando los dientes de puro genio- ¿por qué has dudado?- se había acercado a mí y me aplicaba la cura para el veneno- ya veo…estás con un berrinche porque has fallado…ha sido mi culpa, pero tenía que avisarte, planeaban echarte si destrozabas algo, estaban prevenidos, no es un secreto que lo rompes todo- me pareció oír una especie de risa corta, como si se le hubiese escapado, ya había terminado de curarme, me tendió el brazo- venga, guárdate ese orgullo que tienes y vamos.
Yo agarré su brazo para poder levantarme mejor del suelo. Me sacudí la ropa y me dispuse a seguirle, pero al final me puse a su lado. Me sentía inútil, tenía ganas de ponerme a llorar a voces, pero eso sería raro en un hombre.
“¡Hombres! Como siempre teniendo que ocultar lo que sienten”.
Bueno, yo era muy orgullosa también, como era evidente, pero aquel llanto sería de pura rabia. Sentí algo a mi espalda, al volverme me quedé helada. El monstruo. Ya no estaba vivo, pero se había seguido reproduciendo, uno de ellos se abalanzaba sobre Sephiroth, yo tuve el tiempo justo para gritar, empujarle e interponerme, pero no lo pude parar del todo. Paré gran parte del ataque, pero…
“Hace frío…”.
Sentí frío, lo cual era raro en mí, porque yo era calurosa. Me había llevado una mano al vientre instintivamente, miré y vi sangre, mi sangre…
Caí de rodillas y lo último que vi al desplomarme y justo antes de perder el sentido, fue a Sephiroth luchando e incendiando a un monstruo, me parecía que gritaba cosas o que me hablaba a mí, pero solo era una posibilidad. Me pitaban los oídos, pero a la vez es como si tuviese presión en ellos.
“Luchando…junto al más grande…me parece una buena forma de acabar, al menos ya no tendré que preocuparme de donde ir si me despiden por imprudente. Sephiroth…yo…yo te…yo siempre te he…”.

Frío…tengo frío…
*Esto es solo el principio…*
“¿Qué? ¿Quién eres?”.
*¿No lo sabes?*
“¿Si no para que pregunto?”.
*Debes…*
“¿Qué?”.
*Tú debes…*
“¿Yo debo? No entiendo nada”.
*Eres la que debe…*
-Parece que se recuperará, así que estate tranquilo, no corre peligro- decía una voz conocida.
“Espera, dime quién eres”.
Oía la voz pero se mezclaba con otras voces, no la entendía, los oía a ellos con más claridad.
-Pensé que habría muerto- dijo otra voz, también conocida.
-Bueno, yo siempre supe que escondía algo, ahora lo puedes comprobar- se rió.
-¿Has venido a mirar muy a menudo cuando no hay nadie, Génesis?
-¿Acaso te preocupa?- la pregunta sonó con mucha sorna.
-Eh, espera… ¿vas a ponerte ahora a juzgarme o a convertir esto en un calvario?
-Solo comento lo evidente, estás interesado, Sephiroth- la última palabra la dijo con lentitud.
A mi cada vez me pesaban menos los párpados y los oía con absoluta claridad. ¿De qué hablaban ese par? ¿Qué demonios…? Y entonces lo recordé todo, me incorporé hasta quedarme sentada, aunque fue más bien como si en la cama hubiese muelles, ellos dieron un salto. Seguro que ahora lo sabían.
“Me van a echar…me van a echar de Soldado”.
Sentía mis ojos arder, me mordí el labio con fuerza para tratar de contener las lágrimas, pero fue inútil. Ya sabrían la verdad.
-¿Qué ocurre?- preguntó Sephiroth.
-Yo…- comencé, pero no me salían las palabras.
-¿Pasaste miedo?- me preguntó Génesis.
-No, no es eso…yo…no quiero que me echen de Soldado- confesé.
-¿Por qué deberían hacer eso?- volvió a preguntar Génesis.
-¿Acaso no es obvio?- pregunté, yo ya no mantenía mi voz de hombre, hablaba normal, había agachado la cabeza- no hay mujeres en Soldado.
-Eso es porque ninguna se ha alistado- me explicó Sephiroth haciendo que yo levantase la cabeza y lo mirase- no te echarán por ser mujer, tranquila- sonreí un poco, me sentía aliviada- lo que no entiendo es cómo nos engañaste a todos tan bien…
-Eso es fácil- repuse yo que ya estaba con mi habitual humor- vendas + ropa ancha + pelo recogido + enfadarme pronto = hombre.
-Desde luego- comentó con pesar Sephiroth tapándose la cara con una mano.
-Es que, chica, como lo has tenido tan preocupado…- comentó Génesis con sorna nuevamente y poniendo demasiado énfasis en lo último.
-No digas chorradas- repuso Sephiroth- eras tú el que venía a verla a todas horas.
-Ya, y tú te pasabas los días aquí, sabes que venía porque te escondías- comentó Génesis.
-¿Cuánto tiempo llevo dormida?- pregunté haciendo que parasen.
-Semanas, y Sephiroth no se ha alejado ni un momento, más desde…que se supo tu gran problema y…
-¡Hey, no te pases!- protesté.
-Creo que Génesis esperaba ver algo, realmente- comentó Sephiroth como el que comenta que va a por el periódico.
-Por dios, no sigáis…en serio, no quiero pensar lo que habéis hecho mientras estaba sin sentido…de verdad- me puse una mano en la cabeza.
-Y por cierto, tranqui, te atendió una enfermera- me comentó Génesis- lo digo porque eres capaz de liarte a voces si piensas que fue un tío.
-Ya, vale…gracias…- contesté.
-Pero que sepas que Sephiroth lo descubrió antes que nadie, él te trajo aquí, y por la herida que tienes…tus vendas se rompieron y claro, se soltaron- dijo como si nada- yo no soy responsable de lo que ocurriese por el camino, ¿eh?
Sephiroth miró a Génesis con ganas de matarlo totalmente, de hecho pensé que lo haría seguramente, ya que esa cara poco la había visto y siempre se avecinaba algo malo cuando la adoptaba. Génesis comenzó a reír y aunque Sephiroth estaba enfadado, me pareció que se relajaba un poco.
-Ahora nos explicamos muchas cosas- comentó Sephiroth
-Tu malhumor ocasional, tus berridos, tus ganas de pelearte con todo- decía feliz Génesis- cosas de mujeres supongo.
Hice un amago de levantarme, porque iba a revolear a Génesis, pero Sephiroth me hizo un gesto y me agarró para que no lo hiciese.
-Tienes el vientre vendado, pero tu camisa quedó destrozada, solo llevas los pantalones puestos- me advirtió y yo me tuve que relajar.
“Te guardo esta también”.
-Me las pagarás algún día- le dije y Génesis se limitó a reír.
-Por cierto- dijo tras dejar de reírse- no sabemos tu nombre, porque francamente, no creo que te llames Nanaki.
-Me llamo Alín Vulpes, ese es mi verdadero nombre, Nanaki es el nombre de mi hermano adoptivo, por llamarlo de alguna manera- expliqué.
-Alín…que nombre tan bonito- comentó Génesis en tono bajo- y pensar que lo lleva una mala bestia como tú…
-¡Oye, eso no te lo voy a permitir!- grité y de nuevo Sephiroth tuvo que sujetarme- ¡Ay!
Me llevé la mano al vientre, aun me dolía, me había esforzado demasiado. Si es que yo era de esas personas idiotas por naturaleza, así que en aquel momento me quedé quietecita, mi cuerpo me había advertido que lo hiciese.
-Aunque parece que te curas rápido, no estás para exaltarte mucho- me dijo Génesis- otro día nos peleamos, Alín, cuando estés mejor.
-De acuerdo, solo espero que no estés demasiado asustado o te dé por marcharte sin decir nada- comenté.
-Tranquila- me aseguró- estaré- hizo una pausa- bueno, me marcho, quizás Sephiroth quiera besuquearte- le salió tal cual como si fuese algo normal.
No me dio tiempo a gritar de todo cuando ya se había marchado, tenía que inventarme algún insulto adecuado para él y que expresase todo. Génesis era mi amigo de insultos, alguien a quién se aprecia, pero también con el que una se pelea para echar el rato.
-Alín, no vayas ahora a creer lo que ha dicho Génesis, ya sabes que…
-Tranquilo, Sephiroth, sé que a Génesis lo de meterse conmigo o decir cosas de por el estilo, pues le encanta- me reí- francamente no creo que me hicieses nada, pero no puedo evitar tener ganas de apedrearle.
-¿Cómo te encuentras?
-Pues en realidad bastante bien, tengo ganas de ponerme a entrenar, no puedo seguir aquí simplemente.
-Debes descansar.
-Pero a saber el tiempo que llevo aquí y…yo quiero entrenamiento y demás.
-Alín, como tu profesor que soy te obligo a descansar, también es parte del entrenamiento, deberías aceptarlo.
-Es que me aburro.
-Vaya- se puso sarcástico- por lo visto mi compañía no es lo suficiente buena, ¿no?
-¡No es eso!
“Claro que no es eso, me encanta estar cerca de ti, me encanta estar contigo y que hablemos, pero no estoy segura de porqué”.
-¿No?
-Cuando estás cerca es…emmm…como si yo estuviese más tranquila, no sé explicarlo, es simplemente que nunca me ha gustado lo relacionado con los médicos y demás.
-Entiendo, tienes miedo.
-¡Qué no!- grité- ¡Sois unos pesados!
-Tranquila, no temas.
-¡Qué no tengo miedo!
Yo de nuevo iba a levantarme y gritar a pleno pulmón, esta vez tampoco me levanté, pero no fue porque me sujetase exactamente. Sephiroth acariciaba mi cabeza. Había puesto una mano sobre mi cabeza y la acariciaba suavemente. Estaba asombrada.
-Te disgustan estas cosas, así que en parte le tienes algo de miedo- continuó normal y a mí me entraron ganas de arrancarle un brazo de un mordisco- así que tranquilízate- hinché los carrillos, estaba enfadada- no pongas esa cara.
-Déjame- le dije aun enfurruñada.
Sephiroth comenzó a acercar su cara a la mía, yo adopté una cara de sorpresa, ¿por qué se acercaba? ¿Tenía yo algo en la cara? No…no…no podía aguantar que estuviese tan cerca, no sabía por qué, me ardía la cara y estaba paralizada. Por su parte mi corazón se agitaba violentamente.
“¿Qué es esto…? ¿Acaso es eso que llaman…?”.
-Alín…
-Sephiroth…
Nuestros labios casi se tocaban, yo agarré su cuello con mis brazos y lo atraje hacia mí. Nos besamos, no podía creerlo. No podía ser cierto. Estaba besando a Sephiroth, y él me devolvía el beso, o quizás fuese al revés. ¿Qué más daba? Él agarró mi cintura con suavidad, no me atrajo mucho hacia sí, supuse que para no hacerme daño. Se separó en un momento, algo que me molestó.
-Alín…Alín- decía Sephiroth, pero cada vez le oía llamarme más flojo hasta que no oía nada y entonces desperté, por así decirlo- ¿Alín, te encuentras bien?
-¿Eh?- le miré sorprendida, estaba cerca de mí- ¿qué ha pasado?
-Estabas protestando y gritando que no tienes miedo, y de repente te has quedado como ausente y yo me acerqué a ti, pero llevas un rato…- se calló un momento- me has asustado.
-Lo siento- se me saltaron las lágrimas.
“Soy patética…he imaginado todas esas tonterías que jamás ocurrirán”.

Y es curioso que años después…no pude negar esa frase. ¿Qué puedo decir? ¿Qué le amaba? ¿Qué me habría encantado que me besase? Bah, eso es imposible…
Simplemente él no era para mí, y aunque lo sabía en lo más profundo de mi corazón...me negaba a aceptarlo simplemente. Quería estar con él. Quería que me llevase a donde quiera que fuese, me daba igual que fuese al fin del mundo, yo le seguiría.
Sephiroth lo era todo para mí. Mi ídolo. Mi inspiración. Mi…primer amor…
Que cursi que me he vuelto con los años, ¿no? Antes le habría cortado la cabeza a quién lo sugiriese simplemente. O simplemente ahora había madurado y no me importaba admitir lo que sentía…o más bien lo que sentí…supongo…
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Re: Historia de una Cetra, desde el Cañón Cosmo ~Fan Fic~

Post by Alín Vulpes » 24 Jun 2013, 10:52

[center]-Capítulo II: Desaparición-[/center]

Finalmente me recuperé, ya estaba lista para hacer el loco y para entrenar, buscaría a Génesis y le pegaría una hostia en la boca por graciosillo.
Me sentía rara, como si algo fuese a pasar. Sacudí la cabeza, seguro que eran chorradas mías, no le daría importancia. La voz tampoco me había vuelto a hablar, ¿tal vez fueron imaginaciones mías? No, seguro que no, ya juraría que la oí antes.
Iba feliz de la vida por los pasillos, esperaba encontrarme de una vez con el señor diseñador, porque tenía ganas de pelearme con alguien, y bueno, ¿quién más indicado que él? Pasé por la armería, eso sí, esta vez no iba a coger mi espada “Hokoro”, cogería el chakram al cual llamé “Hi” aunque no me terminaba de convencer ese nombre, pero siempre sentía que tenía que darle un nombre a mis armas.
“Por cutre que suenen”.
Cuando estaba sacando el chakram, alguien me tapó los ojos. Evidentemente me había dado cuenta de que estaba ahí el chavalín. Le hacía ilusión, así que lo dejé estar de momento.
-¿Quién soy?- preguntó.
-El diseñador de tangas de leopardo para Soldados de Primera Clase- contesté soltando el chakram.
-Como sigas siendo tan femenina... Sephiroth va a pasar de ti toda la vida- soltó una risa ligera y destapó mis ojos.
-Y tú como sigas siendo tan femenina vas a perder fans, chato- me reí con ganas.
-Paso de ti- dijo simplemente- bueno, supongo que estás aquí para coger alguna arma para luchar, ¿verdad?
-Hombre, no voy a coger un tanga de leopardo de diseño de esos que haces tú y azotarte con él, ¿no?- no seguí diciendo barbaridades porque igual lo cabreaba demasiado.
-Bueno, tu como siempre- hizo una pausa- venía a proponerte otra cosa.
-Guarreridas las justas, por favor, que soy decente- le dije haciendo como que era tímida.
“Es que no lo puedo evitar, me lo pone a huevo”.
-Me refiero a un combate sin armas…
-Uy, ¿sin armas? ¿Qué te ha dado? ¿Estás bien?- le puse una mano en la frente como si fuese a tener fiebre o algo.
-Quería darte alguna posibilidad, pero veo que eres masoquista… así que coge todo lo que tengas y ven- salió de la habitación- Ya sabes dónde te espero.
Agarré todas las armas que tenía y fui a la sala de simulación. En seguida, nada más cerrar la puerta, estábamos en lo que parecía el cañón de Junon.
Quizás cualquiera pensaría que para una lucha debiese taparme algo más, pues solo llevaba unos pantalones cortos y negros y un corsé negro. También, por supuesto, tenía botas y guantes. Iba cargada con todas las armas, que no eran pocas.
-Hola, ¿me añorabas?- pregunté con sorna.
-Deberías vestirte algo más, ¿sabes?
-Diséñame ropa, que parece que te gusta…
Agarramos ambos nuestras armas y comenzamos a pelear. Hubo un choque de espadas, nos pegamos un rato tratando de hacer retroceder al otro, pero ninguno cedía. Terminamos por apartarnos los dos.
-Nada mal- me dijo.
-Bueno, ahora empiezo a ver que has llegado a primera clase por algo- me reí.
Comenzamos a correr el uno hacia el otro de nuevo. Solté un grito casi sin darme cuenta, y lancé una estocada, Génesis la paró. De nuevo el choque de espadas pareció detener el tiempo, me distraje un momento y él aprovechó para desarmarme.
Di un par de saltos hacia atrás, aunque más bien lo que hice fue dar un salto y girar en el aire, para apoyarme en el suelo con mis manos y tras eso caer de pie. Vamos, di una voltereta en el aire.
-¿Y ahora?
-Pues- comencé yo y saqué de mis pantalones cortos dos dagas- supongo que esto.
-¿Me podrías resolver una duda? ¿Cómo llevabas eso guardado en los pantalones sin que se notase?
-Yo saco armas de cualquier lugar, y ahorra el chiste, que ambos lo conocemos- sonreí y me lancé de nuevo a por él.
La lucha duró horas, aunque yo me lo pasaba tan bien, que ni me di cuenta de ello. Usábamos magia también de cuando en cuando, como siempre, la del fuego era la que mejor se me daba. Y eso que era una magia indomable.
Saqué dos katanas y corrí hacia él, salté y di un par de golpes, él se protegía poniendo su arma entre nosotros. Retrocedí un poco, el chavalín me estaba mosqueando… lo miré ceñuda y entonces él avanzó hacia mí. Comenzamos una lucha salvaje, nos pegábamos estocadas y nos hacíamos retroceder, también estuvimos un rato peleando en el aire. Era formidable.
Tiré las katanas cuando él cayó al suelo y entonces saqué mi lanza, traté de empalarlo con ella. Él reaccionó rápido, justo como esperaba, por lo que le lancé un chakram pequeño que llevaba colgado en la pierna izquierda. También lo esquivó y volvió a venir hacia mí. Lo paré con la lanza.
-Te estás haciendo mayor, guapísimo, ten cuidado, a tus fans no les gustará que envejezcas…- comencé a reír.
Paré un nuevo golpe por poco, vaya, lo había enfadado con eso de la edad por lo visto… ¡qué emocionante! Saqué una segunda lanza y me dirigí a él, me paró, pero yo intenté desarmarlo. No lo conseguí, pero si lo hice retroceder.
-Vaya, vaya, eres buena- se hizo el sorprendido- aunque no sé qué decirte, ¿sabes? No creo que a Sephiroth le gustase una bestia tan burra y con tan pocos modales como tú.
-¡La madre qué…!- me callé antes de acabar la frase y él comenzó a reír- ¡Te vas a enterar!
Lancé las lanzas y agarré un shuriken enorme que llevaba colgado, lo lancé tras las lanzas. Después saqué el arco y comencé a disparar varias flechas. Seguía oyendo a Génesis reír, y eso me estaba irritando.
“Maldito seas”.
Cuando me quedé sin flechas, agarré dos bastones que tenía. Génesis corrió hacia mí como un loco, había esquivado todo. Adoraba su rapidez, pero también tenía que criticarlo y hacerle perder la concentración. Todo era psicológico.
Antes de que abriese la boca, él había hecho aparecer las runas de su estoque, que se puso de color rojo y yo tuve que cubrirme usando los dos bastones. Los achicharró en el acto. Ahí me entraron ganas de cortarlo a trocitos.
-¡Oh, perdona!- sonrió- ¡Es que me gusta ir rápido!
-Pues entonces… irás mal- torcí el gesto y saqué un bo.
-Vaya, yo pensé que a ti te gustaban los chicos que no se andaban con tonterías- se retiró un poco de mí y sacudió su estoque.
-No, sí lo digo porque...
-¿Porque…?
-Porque si eres tan rápido para todo, no te vas a echar novia en la vida- me reí con ganas- pero como ya me has aclarado que eres rápido para todo, lamento decirte, que no me interesas, y bueno, igual tus fans se apenan al saber esto, porque créeme, lo sabrán.
-¡No serás capaz!
-Más te vale sobornarme, guapo.
De nuevo nos lanzamos el uno contra el otro. Esta vez cambié de técnica, me agaché para lanzar un golpe bajo, le di en sus pies y lo derribé, pero antes de que pudiese pegarle un porrazo en la cara, se levantó. Sonreí. No estaba nada mal.

Después de un par de horas sacando armas, solo me quedaba el chakram, el que era enorme. Lo lancé y lo dejé hincado en algún lugar, había rozado a Génesis, pero no le había hecho nada grave, como es normal. Se notaba que estábamos cansados, ¿cuántas horas llevaríamos?
-Vaya, se ve que estás animada a pesar de estar recuperándote aun- él también respiraba entrecortadamente.
-Y tú para estar mayor- apoyé mis manos en mis rodillas- pero no te creas que me vas a vencer.
-¿Eh? ¿Y eso por…?
No llegó a terminar la frase, corrí hacia él haciendo acopio de mis fuerzas y lancé una patada desde el aire, me bloqueó con su estoque y yo me impulsé para dar un salto hacia atrás. Comencé a dar patadas, no le dejaba respirar. Estaba muy cansada, posiblemente me puteasen por esforzarme tanto nada más salir del hospital, pero me daba igual.
Al final con una de mis patadas, logré desarmar a Génesis. Le lancé un puñetazo en medio del pecho, pero ya no tenía fuerzas, caí al suelo de rodillas y aún tenía el puño en su pecho. Él también cayó. Se quedó sentado frente a mí. Nos miramos un momento. Ninguno de los dos podía continuar.
-Vaya por dios… no he… podido obligarte… a diseñarme algo…
-Yo tampoco… he podido… obligarte… a ser más… femenina…
Estuvimos un rato sin hablar tratando de tranquilizarnos y reponer algo de fuerzas. Me había encantado pelear con él. Me encantaba la relación que teníamos, Génesis en un primer momento me pareció un poco estirado, pero conmigo era distinto. Eso me alegró.
Nuestra relación era meramente de amistad, aunque a veces parecía que nos odiábamos, pero no era así. Él era de mis mejores amigos realmente. Lo apreciaba mucho… y por supuesto me encantaba cabrearlo. A él y a cualquier persona seria y formal, era genial ver como perdían los nervios por tonterías… aunque a mí me parecían más relajados después de eso.
-Lo peor de todo… es que no te he dejado recitar Loveless, con lo que me gusta… y para algo en lo que tienes buen gusto…
-Yo podría decir lo mismo de ti, ¿sabes? Creo que tus gustos son anticuados…
-¿Estás llamando feo y fósil a Sephiroth?
-¿Eh?- hizo una pausa- Así que finalmente lo reconoces…
-¿Y-yo?- noté como me ponía roja- Yo no he querido decir… ¡vamos, no me líes!
Génesis rio y yo comencé a reír poco después. Era encantador cuando le apetecía. Solo entonces.
-Eh, Alín… ¿nunca te has sentido…?
-¿Eh?
-Nada, olvídalo.
-No voy a olvidarlo, venga, desembucha.
-¿Nunca has sentido que eres diferente al resto? ¿Que a veces… puedes lograr cosas que otros no?
Lo medité un momento, yo siempre me había sentido diferente… siempre había sentido que los niños se burlaban de mí porque yo no era normal. No era como ellos, pero… ¿qué tenía de especial?
Nunca lo había entendido, siempre quise pensar que eran imaginaciones mías, pero ahora que Génesis sacaba el tema… los fantasmas volvían.
-Sí, siempre me han hecho sentir distinta- respondí.
-Me gustaría averiguar- hizo una pausa que a mí me pareció interminable- ¿por qué hay gente distinta en este mundo?
-Me encantaría saberlo, créeme.
Me miró un momento, yo había estado mirando hacia el suelo, levanté la cabeza para encontrarme con sus ojos un momento. Yo jamás miraba a alguien a los ojos, pero al mirarle es como si me viese reflejada en ellos. También me pareció que había sufrimiento en ellos, aunque muy bien escondido.
-Cuando la guerra de las bestias provoque el fin del mundo- comenzó Génesis- la diosa descenderá del cielo…
-Con sus alas de luz y oscuridad extendidas-
seguí yo- nos guiará hacia la dicha y su don será eterno.
-Loveless, Prólogo- sonrió.
-Por supuesto- guiñe- tenemos que ir un día a ver Loveless juntos.
-¿Me estás proponiendo una cita?
-Hey, no flipes- me reí- ya sé que te gustaría, pero va a ser que no.
-Ya, tú preferirías ir con Sephiroth.
-Pues ahora que lo dices… ¡oye!- torcí el gesto- Eso no va a ocurrir nunca- susurré.
-Quién sabe, aunque no te voy a mentir, chica- rio un momento- Sephiroth va a ser difícil, todo un reto para ti.
-Creo que si le pegase un palazo en la cabeza, lo secuestrase y lo atase… sería más fácil.
-Bueno, quitaré las palas de en medio para prevenir un parte cráneos por tu parte.
Reímos un momento.
-Creo que Sephiroth me mataría si hago eso.
-Al menos me alegra que seas sincera en este momento, ¿sabes? Ya era hora de que dejases de tratar de ocultar lo evidente, si Sephiroth no se ha enterado ya… es que no tiene ojos en la cara.
-¿Tan obvio… es?
Se limitó a reír. Le di una colleja suave, pero él se mosqueó. Total, ya que estaba… guerra de cosquillas. Me gritaba que parase, pero yo estaba demasiado entretenida molestándole como para hacerle caso.
Después de un rato acabé riendo yo también y paré. Me levanté, ya me encontraba bien. Era hora de que saliésemos de allí.
-Alín, vayamos a ver Loveless esta noche.
-De acuerdo- dije volviéndome- nos vemos.
-¡Pero ven tapada!- gritó antes de que yo saliese.
Me reí. Desde luego… menudo amigo que tenía, estaba completamente mal de la cabeza… y eso que siempre parecía súper serio.

[center]-Prólogo-

Cuando la guerra de las bestias provoque el fin del mundo, la diosa descenderá del cielo.
Con sus alas de luz y oscuridad extendidas, nos guiará hacia la dicha y su don será eterno.

-Canto I-

Buscaron los tres hombres el don de la diosa.
Mas sus destinos la guerra separó: Uno fue héroe,
Otro vagó por la tierra... El último, prisionero cayó.
Pero a los tres unía su solemne juramento:
Buscar la respuesta juntos, una vez más.
Mi alma corrompida por la venganza grandes tormentos
ha soportado para hallar el final del viaje en mi propia
salvación y tu eterno sueño.
Infinito en misterio es el don de la diosa. Buscamoslo
y tras él hacia el cielo nos alzamos. Como ondas surgidas
en el manto del agua, el alma errante sosiego nunca alcanza.
Amigo mío, tu deseo es aquello que otorga la vida.
El don de la diosa. La leyenda hablará de sacrificio
cuando el fin del mundo llegue. El viento navega
sobre el manto del agua. Sin prisas pero con firmeza.

-Canto II-

Aunque el reo escape, con grandes heridas carga,
mas su vida auxiliada resulta por una mujer de patria rival.
Comienza así la vida en retiro de ambos, que pareciera
albergar promesas de eterna dicha. Pero tanto la felicidad
creciera, como la culpa sugiere. Pesada carga, el pesar
de promesas incumplidas. Sueños del mañana alberga la
mancillada alma, perdido el orgullo, las alas quebrantadas...
próximo es el fin.

-Canto III-

La guerra trae impasible la destrucción al mundo.
El prisionero parte con su nuevo amor, ambos embarcados
en un nuevo periplo. Le guía la esperanza de que
el don le dará la dicha. También el juramento contraído
con sus hermanos. Ninguna promesa compartieron los
enamorados, pues en sus corazones sabían que se
reencontrarían. No dudes... Volveré a ti. Igual da que
no prometas esperarme. Volveré sabiendo que allí estarás.

-Canto IV-

Amigo mío, cuan despiadados son los destinos. No hay sueños,
tampoco queda honor. La flecha ya salió del arco de la
diosa. No hay rencor, tan solo dicha. Pues en ti recae el
amor de la diosa. Héroe de la aurora. Sanador de los mundos.
Amigo mío, ¿Acaso alzas ahora el vuelo rumbo a un
mundo que nos aborrece a ambos? Tan solo un amargo
mañana te aguarda, sin siquiera importar que aires
pudiesen soplar

Canto V (Canto final)
Si bien el mañana yermo de promesas se halle, nada habrá
capaz de impedir mi venida.
Para ser el rocío que sacie la tierra. Para que las arenas,
los mares y los cielos se salven.
Te ofrezco este sacrificio silencioso.

[/center]
Sabía que el canto final había sido cosa de Génesis, de hecho era de los que más me gustaba. Hablamos de un par de cosas aquella noche, me gustaba no estar tratando de cortarlo a trozos cada dos por tres.
Había algo que me inquietaba, más incluso que no me estuviese diciendo alguna gracia… eran sus fans, como me viesen con él… es que eran capaces de matarme o hacer un club de anti-fans o algo. Me molestaría eso… mayormente porque yo no tenía nada con Génesis, y que me odiasen por algo que no es cierto… molesta.
Fue una noche divertida, me encantó ver Loveless.


-Alín, rápido, coge tus cosas- dijo Sephiroth.
-¿Qué es lo que ocurre?- pregunté sin entender.
“Es que entra el guapetón este en mi habitación de buena mañana y… yo que sé”.
-Se trata de Génesis- respondió Angeal también entrando.
-Vamos a ver, explicadme que pasa de una vez, no es muy normal que una esté tratando de dormir y entren dos chorbos a su habitación por la cara.
Ellos parecían incómodos, aunque igual era por lo siesa que había sido. No es mi culpa, nunca he tenido un buen despertar. Sephiroth suspiró y entonces habló.
-Génesis ha desaparecido.
-¿¡Qué!?
-No sabemos a dónde ha ido, no ha avisado a nadie que se iba y eso es raro en él, sabes que tenemos que informar cuando salimos y demás- comentó Angeal- Estoy preocupado, lleva días muy raro.
Yo me había levantado psicópatamente de la cama y comencé a vestirme sin importarme que aquellos dos estuviesen allí. Teníamos que encontrar a Génesis.
Posiblemente yo fuese la última persona que hablase con él, pero no tenía ninguna pista, aun así, estaba raro desde que luché con él.
“¿Se debe a nuestra conversación? ¿Acaso… se ha marchado para descubrir quién es en realidad?”.
Eran muchas preguntas… y teníamos muy poco tiempo.
-Ya estoy lista, vamos- salí de la habitación corriendo para coger mis armas.
“Génesis, espera… no hagas ninguna tontería…”.
No podía perder a un amigo, me negaba a dejar a un amigo abandonado a su suerte, haría lo que estuviese en mi mano para encontrarle.
“Aunque tenga que patearme el mundo entero, te encontraré”.
*Porque en tu corazón… tú lo sabes*
“¿Eres…? ¿Quién eres?”.
*No sois tan distintos… lo sabes…*
Me estaba mareando al oír la voz, durante un par de segundos vi el suelo de lado, pero me apoyé un momento en la pared y seguí corriendo. Agarré mis armas.
Algunas que necesitaban reparación se quedaron colocadas. Miré un momento mi espada…
“Volveremos a cruzar espadas, tu siempre serás… mi compañero de armas, Génesis, te encontraremos, descubriremos porqué somos distintos al resto”.
-Vamos- dijo Sephiroth.
-Sí- asentí y salí tras él y Angeal.
“No estás solo”.
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Post by Alín Vulpes » 26 Jun 2013, 10:39

Así como dato, podéis comentar y demás XD Si lo estáis leyendo, como es obvio XD La historia la estoy escribiendo aun, pero tengo algunos capitulillos ^^ creo que hoy podré acabar el capitulo que deje el juego original concluido ^^
P.D. Sí, ya sé que Alín parece una loca del tinte la mayor parte del tiempo, pero en la obra original era bastante seria, le puse algo de arte porque sino esto iba a ser un poco sieso XD


[center]-Capítulo III: Llévame contigo-[/center]

Mucho tiempo había pasado ya, y Génesis no daba señales de vida… podía haber pasado casi un año tal vez. Lo único de lo que estoy segura, es de lo mal que me tomé que los jefes de Soldado mandasen correos informando de que Génesis había muerto.
Yo sabía que él estaba vivo, no podía haber muerto.

Pasaron muchas cosas después de lo de Génesis, Angeal también desapareció… estaba preocupada, además había conocido a Zacks, el discípulo de Angeal. Estaba también preocupado por su maestro, yo no quería ni pensar en lo que yo haría si Sephiroth desapareciese.
¿A qué se debía esta revolución? ¿Por qué desaparecían todos? ¿A dónde iban? ¿Acaso descubrían algo que no sabíamos? ¿Cuántas cosas nos ocultaba la compañía? ¿Por qué no podíamos buscar a nuestros amigos?
Eran muchas preguntas.
Sabíamos de sobra que nadie las contestaría… que nadie, absolutamente nadie, nos diría que había sido de ellos. Recordaba a Génesis… y por supuesto a Angeal, él último siempre me había parecido un gran modelo a seguir. Siempre hablaba del honor y contaba historias que te hacían reflexionar sobre muchas cosas…
“Se pongan como se pongan, en Soldado nos falta algo”.
Sephiroth no había vuelto a ser el mismo, primero desapareció un gran amigo suyo… luego desapareció otro. Estaba realmente distante, tampoco es que él fuese un gran hablador, pero…

Íbamos a una misión a Nibelheim, Zacks, Sephiroth, dos soldados rasos y yo. Estábamos en la parte trasera de un camión, llovía a cantaros. Zacks hablaba con un soldado raso. Parecían amigos o se conocían de antes o algo. Yo iba en silencio sentada sobre un par de cajas.
De repente Sephiroth comenzó a hablar.
-Esta misión no es como las demás- hizo una pausa- el Mako Reactor de Nibelheim está funcionando mal y está haciendo que surjan de él criaturas brutales- hizo una nueva pausa, yo estaba dándole vueltas a esa información, ¿cómo podía un reactor hacer eso?- Primero nos desharemos de esas criaturas y luego neutralizaremos el problema.
“Sí, vamos, que vaya y los raje a todos es lo que quiere decir”.
-¡Algo acaba de chocar contra nosotros!- gritó el conductor.
-Pues ya sabemos lo que tenemos que hacer- contesté yo poniéndome de pie de un salto- Vamos.
Salimos fuera. Era un enorme dragón lo que había allí. Pues vaya. Sephiroth lanzó una estocada con su Masamune, el animal comenzó a retorcerse de dolor. Zacks también atacó.
Aquello hizo que el dragón se encabronase más de la cuenta. Lanzó una llamarada que me dio a mí. Ya no era en sí por la materia… es que yo siempre había resistido el fuego… así que no me hirió ni nada de eso.
-¡Alín!- gritó Zacks- ¿¡Estas bien!?
-Por supuesto- dije y me lancé contra el dragón para pegarle una estocada- ¡Me voy a hacer un traje con tu piel!
Le corté un brazo al dragón que aulló de dolor. Después de eso Sephiroth le cortó la cabeza. Habíamos ganado. Todo parecía tan fácil al lado de él.
-¿Y bien?- comenzó Zacks- ¿Te vas a llevar su piel al final?- comenzó a reír.
-No, solo bromeaba- sonreí.
Subimos al camión de nuevo y llegamos a Nibelheim, nunca había estado en aquel lugar. Todo me llamaba la atención, pero procuraba no comportarme como una niña loca. Además me pareció oír a Sephiroth decir algo sobre que olía a Mako… ¿se podía oler? Yo respiré un par de veces, era cierto que no olía como en Midgar. Pero no sabía nada acerca de olor de Mako.
Había visto alguna que otra ciudad porque fui a misiones, pero realmente, apenas había salido de Midgar. Era complicado.
Yo entré dentro de la posada siguiendo a Sephiroth. Zacks se quedó hablando con un soldado en la puerta. Me preguntaba de qué se conocían tanto, aunque seguro que de alguna misión… bueno, qué más daba.
Miré la habitación, faltaban dos camas. Me iba a reír proponiendo que durmiesen dos y dos y me dejasen a mí una. Aunque igual si le decía alegremente a Sephiroth que durmiese con Zacks me mandaba a la mierda.
“Vaya, ya una no puede ni expresarse”.
Sephiroth estaba mirando por la ventana de la posada, lo que miraba parecía ser una gran mansión. Yo miré un momento aquella casa, aparentemente abandonada, y después lo miré a él.
-La mansión de los Shin-Ra… ¿qué será lo que guarda?
-¿Eso tampoco nos lo han dicho?- suspiré- ¿Cómo es posible? Quizás piensen que no estoy preparada, pero que ni siquiera te lo digan a ti…
-No soy tan especial como crees.
-¡Oh, vamos!
Se notó el tono de protesta en mi voz, él dejó de mirar por la ventana y me miró. Me agarró por los hombros y yo me quedé hipnotizada mirando sus ojos… aparté la mirada. Notaba mi cara arder.
-Alín, nunca pienses que el mundo gira alrededor de una sola persona- después de eso me soltó.
-Y-ya… bueno, podríamos entrar a ver esa mansión, ¿no te parece?- traté de que mi tono pareciese despreocupado.
-Quizás mañana, deberíamos ir a dormir, avisa a los demás- me pidió.
Yo asentí y comencé a bajar las escaleras, me di la vuelta un momento. Sephiroth parecía de nuevo en su propio mundo. Me molestaba que estuviese tan triste y preocupado, así que aunque me costase la vida…
-Por cierto, señor profesor- comencé y él me miró- tengo algo de que informaros… se trata de que vas a dormir esta noche con don cachorro Zackyu~
-¿¡Pero qué demo…!?- yo comencé a bajar a saltos las escaleras mientras me reía- ¡Alín, vuelve!
“Sí, para allá voy a ir, para que me cortes a trocitos”.
Salí fuera y vi a Zacks, hablaba con un chico rubio de ojos azules, aquel soldado se había quitado el casco y se le podía ver la cara. Quizás muchas pensasen que era guapo, pero francamente, no era mi tipo.
“Teniendo a Sephiroth al lado… como para mirar a otro”.
-¿Qué pasa, Alín?- preguntó Zacks- Por cierto, este es Cloud- se volvió hacia él- Esta chica, Alín Vulpes, es la única mujer que ha logrado llegar a primera clase.
-Encantada- dije haciendo una reverencia, y ahora el momento maligno- Sephiroth dice que te espera en la cama, Zacks.
Zacks tardó un momento en reaccionar, pero yo ya me había marchado descojonándome dentro de la posada, subí escaleras arriba.
-¿Qué andas tramando?- preguntó una voz a mi espalda, yo la reconocí muy bien- ¿Podrías dejar de expandir rumores raros?
-No es por fastidiar, pero es… es… verás- era un tema delicado y no sabía cómo decirlo sin herirle- Sephiroth, desde que hemos llegado estáis aún más decaídos que entonces… sé que para vosotros ha sido una pérdida mayor- hice una pausa- Escucha, no creas que no me importan Génesis o Angeal, ambos son muy preciados para mí- callé un momento y bajé la cabeza- Sé que para Zacks… la pérdida de Angeal ha sido horrible, era su maestro… pero a mí me parecía que también era un padre para él, al menos desde fuera así lo veía- suspiré- Génesis era tu mejor amigo, estoy segura… también yo consideraba que era mi mejor amigo en Soldado, con él podía hablar… tenía confianza con él, nos molestábamos mucho el uno al otro porque era nuestra forma de demostrar que siempre estábamos pendientes el uno del otro- callé nuevamente para contener las lágrimas- Pero Sephiroth, no quiero que estés triste, no quiero que te preocupes, volveremos a verlos, ya verás.
-Alín…
-Yo… no sé qué haría si tu desaparecieses así por las buenas, no tengo ni idea- aparté la mirada- pero si sigues preocupado de esa forma… sé que te puede ocurrir algo horrible, no dudo de tu fuerza- aclaré- Pero el entrar a una batalla preocupado, puede ser mortal- sonreí y volví a mirarle- Creo que soy el claro ejemplo, ¿no te parece?
-Más bien creo que eres una gran imprudente- dijo y cuando yo estaba a punto de protestar, puso una mano en mi cabeza y sonrió- Gracias.
Se dio la vuelta y entró a la habitación. Yo me quedé congelada allí mismo. Aquello había parecido una declaración de amor. Me ardía la cara. Yo había levantado los puños cuando iba a protestar, ahora los bajé y me erguí. Al menos… al menos…
“Al menos he logrado hacerte sonreír”.
Con eso me daba por satisfecha. No es que él fuese a ponerse a dar saltos de alegría, pero al menos estaba algo menos tenso.

-Uno hará la guardia mientras el resto duermen- anunció Sephiroth.
-Y mientras tú duermes con Zacks yo haré la primera guardia- apunté yo.
-Tú tienes unos gustos… que…- comenzó Zacks.
-No, no es lo que piensas, me dan igual ese tipo de cosas- expliqué- No soy la típica chica que se desvive por ver a dos chicos manosearse, si se aman o lo que sea me parece bien.
-¿Entonces…?
-Es para que os relajéis, tíos, es que no es por nada, pero parece que os han metido un palo de escobón por el culo- me crucé de brazos- sonreíd, que es gratis.
-Bueno, la primera guardia supongo que querrá hacerla Alín- yo asentí- entonces yo haré la próxima.
-Me pido la siguiente- dijo Zacks.
-Y quedáis vosotros dos- comentó Sephiroth- podéis intercalaros como queráis.
-Yo haré la siguiente- dijo Cloud.
-Y yo la última- finalizó el otro soldado.

Durante mi guardia decidí salir fuera. Miré el cielo un momento, estaba estrellado. Vi un pozo en medio del pueblo, subí por la madera que lo rodeaba y me senté. ¿Habría alguien más mirando las estrellas en aquel momento? ¿Dónde estarían Génesis y Angeal?
También me paré a pensar en mi mejor amigo, alguien al que le tenía mucho aprecio y que conocí cuando aún era una niña.
“Reno… ¿es posible que tú también estés mirando las estrellas esta noche?”.
Mi guardia concluyó sin sobresalto alguno, Sephiroth vino puntual a relevarme y yo asentí. Entré dentro de la posada y miré alrededor tras entrar en la habitación, había un sofá, Cloud se había acomodado en él, el otro soldado estaba en una cama y Zacks en otra. Quedaba una libre, la de Sephiroth. Me daba un poco de cosa… pero me metí a dormir.
No podía dormir, algo me preocupaba. Además…
“Huele a Sephiroth…”.
Sacudí la cabeza y aparté esas chorradas de mi mente. Escuché un ruido y me quedé muy quieta… era Sephiroth, volvía de la guardia. Oí salir a Zacks.
Tras un silencio que me pareció eterno, Sephiroth se metió en la cama. Estaba nerviosa. Me llamó, supuse que se preguntaba si estaba despierta o no… jamás olvidaré aquella noche…
Estuve hablando con él, hasta que llegó Zacks y soltó una gracia… no la dijo en voz baja. Lo que quiero decir es que Cloud se había despertado para ir a relevarle, pero de paso despertó al otro chico.
“Las cosas que haría un cachorro desde luego”.


A la mañana siguiente nos levantamos pronto, y por lo menos yo estaba animada. Iba hablando con Zacks, la verdad es que me encariñé bastante con él. Era un amigo cojonudo.
Vimos a una chica vestida de vaquera, resultó ser nuestra guía… era la mejor de toda la ciudad, y desde luego si iba así de sexy vestida… ya nos podía tirar por un barranco, si total, con ese trajecito te contratan de todas formas.
“Igual si me llego a vestir así… puedo decirle a Sephiroth que soy la guía del Cañón Cosmo, lo hago perderse en medio del desierto y… ji, ji, ji, ji”.
Nos pidieron tomarnos una foto antes de partir, que guay, si al final iba a ganar fans como Génesis… vale, he puesto un mal ejemplo, no quiero fans histéricas, gracias.

Hablé un poco con la guía por el camino, era muy simpática. Esa chica, Tifa, podría haberse convertido en mi amiga si llegamos a ser del mismo sitio de procedencia. Tenía un gran gusto para vestir. También me comentó que le gustaba mi traje chino.
Era algo normal en mí vestirme con camisetas o trajes chinos, la verdad que el de hoy tal vez era un poco corto. Era negro con los bordes en rojo. Aunque era corto, me había puesto encima una capa, pues dijeron que en Monte Nivel hacía frío. Al llegar me di cuenta que eran todos una manada de putifinos mentirosos.
“Tampoco es para tanto, sí que hace fresco, pero creo que lo noto porque no llevo pantalones”.
Tifa se detuvo un momento y nos avisó de que aquel puente era un poco peligroso, pensé que pasaríamos de uno en uno, me distraje un momento… solo uno, y me veo a todo cristo en el puente.
-¿Pero…?- comencé sin dar crédito- ¿¡Qué hacéis!?
Avancé hacia el puente mientras oía el eco de mi propia voz. No me atrevía a subirme yo también, sería demasiado para un puente que tendría siglos o vete tú a saber…
Oí un sonido de algo que se rompe, pero no dije nada esta vez, no me dio tiempo, vi como todos caían… no me lo pensé dos veces, traté de ayudarles, pero era imposible, estaban demasiado lejos y caían.
“Espero que estén bien”.
Comencé a bajar por la pared, iba rápido. Cuando solo quedaba un trocito, salté y miré a los que estaban allí. Faltaba alguien.
-No te quiero alarmar- comenzó Zacks- pero juraría… que vi a Sephiroth mirar hacia arriba mientras bajabas…
-¿Eh…?- ladeé la cabeza un poco- ¿¡EH!?
Zacks comenzó a reír. Sephiroth apartó la mirada hacia un lado… sinceramente, sino has hecho algo y estás harto de tonterías, dilo, pero no hagas eso que das a entender que eres un perver.
-Sigamos.
-Falta una persona- apuntó Tifa.
-No quiero parecer despiadado, pero no tenemos tiempo de buscarle.
Seguimos el camino, Zacks parecía bastante alegre, pero sabía que estaba preocupado. Lo percibía. Finalmente llegamos a una cueva, la cual parecía tranquila, aunque sinceramente no lo era, igual que el rato que habíamos estado caminando… había monstruos. Los habíamos derrotado sin problemas.
Tras salir de la cueva, vimos una fuente de materia natural. Nos paramos un momento a mirarla, era realmente hermosa… jamás había visto algo así. Daban ganas de tocarla, pero no me atreví. Después nos marchamos de allí y tras un rato llegamos al Mako Reactor. A Tifa no la dejaron entrar, la dejaron fuera con Cloud.
Zacks y yo cerramos unas válvulas. Tras eso miré a Sephiroth, estaba mirando por la ventana de un cacharro raro.
-¿Qué ocurre?- pregunté.
-Estos seres… ¿antes eran humanos? No puede ser, han sido creados por Shin-Ra- hizo una pausa en la que yo enmudecí- Son monstruos… no puede ser- dio una estocada a la maquina- ¿He sido yo también fabricado?- seguía dando estocadas y Zacks se apartó de él.
-¡NO DIGAS TONTERÍAS!- él paró un momento y me miró- ¡Tu eres humano!
Entonces una de las máquinas, que parecían capsulas enormes, se abrió y nos dejó ver algo horrible… era un ser humanoide, pero no parecía humano… su cabeza era deforme incluso.
Sentí lástima por la criatura a pesar de su aspecto.

No sabría decir muy bien lo que pasó entonces, Sephiroth se marchó de allí, parecía calmado, pero yo sabía que no lo estaba. Tratamos de seguirle, es más, a mí me costó mucho, pero lo seguía. No conseguía acercarme lo suficiente.
A su paso salían monstruos pero, él los eliminaba de una estocada. Sin piedad. Era formidable, pero no me gustaba verle así… quizás esta era la parte de él que no conocía, quizás era un héroe de guerra por eso...
“Me niego a creerlo, Sephiroth es una persona maravillosa”.
Él fue hasta la posada sin decir nada, el resto me seguía, pero también de lejos. Estuvo nada en la posada, cuando yo llegué… lo vi ir hacia la mansión de los Shin-Ra. No me lo pensé dos veces, me adentré en aquel sitio. Miré a mí alrededor, aquella casa tenía pinta de haber sido muy hermosa en otro tiempo, pero ahora se hallaba con capas y capas de polvo.
“Menuda alergia me va a dar”.
Me tapé un poco la nariz y la boca con la manga de la capa, subí las escaleras también en ese plan. Al llegar arriba ya no pude aguantar más, me agobiaba mucho estar con la nariz y boca tapada. Me dirigí a una habitación y vi algo raro en la pared. Me acerqué y toqué un ladrillo, enseguida se abrió una especie de puerta y me permitió pasar. Bajé por una escalera de caracol de madera que parecía bastante vieja… me dio algo de vértigo, pero procuré no mirar abajo. En un punto faltaban algunos peldaños, así que los salté y continué hasta abajo. Aquella especie de pasillo era muy tétrico… había una habitación con ataúdes por donde entré…
“Ugh… los Shin-Ra están demasiado locos”.
Pasé a otra habitación, la cual parecía un laboratorio. Miré a mi alrededor… que raro… aquellos tubos me eran familiares. Oí un ruido y seguí por un pasillo el cual estaba lleno de estanterías con pesados libros, todos ellos cubiertos de polvo. Observé que había un par de huecos. Al fondo, vi a Sephiroth.
-¿Sephiroth?
El parecía ensimismado con un libro, había escuchado algo de “Ancianos” o “Proyecto Jénova”. Jénova… ¿acaso no era lo que ponía en la puerta del sitio en el que estuvimos? Ósea, no llegamos a entrar, la sala estaba totalmente cerrada.
“Debí haber intentado abrir la puerta…”.
Aunque sabía que iba a haber sido imposible abrirla… pero al menos hacer el intento, tal vez hubiese descubierto algo…
-Sephiroth- aquella vez mi voz tembló y traté de calmarme- Sephiroth por favor… ¡ESCÚCHAME!- él levantó la cabeza entonces y me miró un momento- Eh… yo… verás… l-l-lo siento mucho…
-Si no tienes nada más que decir, te sugiero que te marches- hizo una pausa- Estoy ocupado.
Me marché de allí, cuando salí de la habitación agaché la cabeza. Estaba triste. Muy triste. Había sido muy frío contigo, y noté cierta dureza en sus palabras.

Durante días, Sephiroth se encerró en la mansión de los Shin-Ra, parecía que estaba poseído… no paraba de leer. Yo miraba por la ventana y jamás vi la luz apagada del sótano. No me atrevía a molestarle de nuevo. Me dediqué a entrenar aquellos días, me adentraba en Monte Nibel a luchar contra monstruos. En un tiempo… me conocía la montaña como la palma de mi mano. También recibí una copia de la foto que nos hicimos, había salido muy bien.
Salía Zacks y al lado Tifa, junto a ella Sephiroth y al lado yo. Me quedé alucinada, no me di cuenta que en aquel momento sonreí. Siempre trataba de estar seria y parecer formal, aunque era cierto que gastaba bromas, pero no tanto como me gustaría.
“Pero en aquel momento estaba feliz, estaba junto a Sephiroth”.

Uno de los días salí muy temprano a entrenar, y al cabo de un rato me sorprendí… vi a Sephiroth pasar por allí. Pasó algo muy raro, en vez de saludarlo, mi instinto me pidió esconderme, de hecho, lo hice.
Él pasó por allí y pude contemplarle de nuevo de aquella manera: Matando sin piedad.
“No puede ser… Sephiroth… tienes que volver en ti… tú no eres así… estoy segura”.
Cuando se hubo marchado me dirigí a Nibelheim, algo me decía que tenía que ir. Cuando estaba a punto de llegar, me encontré a Zacks.
-¡Alín!- parecía acalorado- ¡Menos mal que estás bien!
-¿Eh?- ahora estaba segura de que había pasado algo- ¿Por qué no debería?
-Escúchame, tienes que salir de aquí, Sephiroth no es el mismo- hablaba apresuradamente- Ha quemado el pueblo, Alín, márchate, no te involucres.
-¿Olvidas que también soy de Soldado?- mi orgullo había sido herido- Soy de primera clase.
-Alín, no es por eso… he visto como lo miras… francamente, no es difícil de adivinar lo que sientes.
-¿D-de qué hablas?- noté que me ruborizaba.
-A eso me refiero, escucha, no hay tiempo, vuelve al pueblo, coge a Cloud y marcharos, pero antes ayuda a los supervivientes, por favor, Alín.
-Nos vemos.
Él asintió y yo llegué al pueblo. El espectáculo era horrible. La gente y las casas estaban en llamas… aun así miré a mi alrededor, no encontré a Cloud. Hablé con la gente para saber si estaban bien y demás, parecía que alguien los había ayudado.
“Sé que me ha dicho que debo irme… pero no puedo abandonar a Sephiroth… no voy a perder a nadie más”.
Marché deprisa hacia Monte Nibel. Algunos monstruos salieron a mi encuentro, no estaba en mi código el huir, así que los despaché rápido y sin detenerme. Sephiroth era mi prioridad.
“No… no te dejaré… me da igual enloquecer, pero si lo hago… quiero estar junto a ti”.
Llegué al Mako Reactor, pero no llegué a entrar, cuando me disponía a subir las escaleras, lo vi aparecer. El viento hacía que su pelo ondease. Era una imagen asombrosa… digna de un dios. Me pareció verle esbozar una sonrisa, y a mí intentaban escapárseme lágrimas de alivio. Se volvió y entró dentro del Mako Reactor.

Años después me maldije a mí misma por haber hecho aquello. Podría decir que era una chiquilla imprudente… y de hecho lo era, pero no era excusa, lo que hice estuvo mal.
Debí haber mantenido la cabeza fría, no debí dejarme engañar. Pero mi deseo de permanecer junto a él… era más grande que todo lo demás. De eso va el amor, de no importarte nada más que la persona amada, pero aun así, si alguien me decía algo como eso, era capaz de matarle.
Estaba completamente segura de que aquel día fui engañada, que no era Sephiroth quien salió, sino que fui engañada por Jénova. Maldita seas, madre.

Entré dentro del reactor sin reparar en nada. Es más un segundo después de subir las escaleras hacia la puerta en la que ponía “Jénova” no me di cuenta de lo que había dejado atrás. Me giré, aun con lágrimas en los ojos, y miré hacia las cápsulas… Zacks y Tifa estaban abatidos. Bajé las escaleras y examiné a Zacks, éste respiraba, le apliqué magia Cura, así sanaría. Después miré a Tifa, tenía un corte horrible… y lo peor de todo es, que parecía hecho por Sephiroth, al menos por su Masamune. Le apliqué magia Recuperar, sanaría poco a poco. Tras aquello, volví a subir las escaleras y me dirigí a la sala.
Entré allí y lo vi, estaba frente a un tubo de ensayo que contenía a una mujer… tenía la piel azul y el pelo blanco y muy largo, sus ojos eran de color rojo. Pero estaba segura de que, aunque en cierto modo era bella, aquella mujer no era humana.
-Alín, has venido- dijo Sephiroth y, de nuevo no me gustó su tono de voz.
-Sabes que siempre te seguiré.
-Así me gusta- hizo una pausa en la que puse mala cara, no, no era él, no podía serlo- Voy a hacer un largo viaje, madre me guiará hasta La Tierra Prometida, una tierra en la que se haya la felicidad suprema.
-¿La Tierra Prometida? ¿Existe?
-Eso es, y me ayudará a convertirme en el soberano de este planeta, desde niño siempre noté que era distinto, especial en cierto modo- hizo una pausa y me miró fijamente- ¿Nunca has sentido eso?
-Sí…
Tenía que admitirlo, los niños siempre me habían dado de lado porque decían que era rara. Entre una cosa y otra siempre había estado sola. Se burlaban de mí siempre por alguna estupidez, sino era mi pelo, era mi forma de actuar. En el Cañón Cosmo yo oía voces, oía a algunas voces hablarme, pero era únicamente a mí. Nadie las oía. En los suburbios era más difícil que me hablasen… no sabía por qué.
-Alín, eres la mujer más fuerte de este mundo, reinaremos juntos.
Yo me quedé muda, me estaba pidiendo…
-S-Sephiroth…
-Madre así lo quiere, pero primero tengo que encontrar La Tierra Prometida.
-Sephiroth- bajé la cabeza- Llévame contigo, a dónde sea que vayas…
-No, aun no, cuando encuentre La Tierra Prometida, vendrás a verme.
-Sephiroth… has perdido el juicio… La Tierra Prometida no existe.
-… Traidora.
-No, no soy una traidora- ya no podía contener más las lágrimas, caían como una cascada, sacudí la cabeza- Sephiroth, has perdido el juicio, deja que te ayude, por favor… deja que vaya contigo, pero no a ese lugar- hice una pequeña pausa- Podemos viajar si así lo deseas, pero no quiero que te obsesiones buscando algo que no existe, vamos, te ayudaré… te pondrás bien y además, encontraremos a Angeal y Génesis, ya lo verás.
-No.
-Pero, Sephiroth… debemos buscarles, podemos irnos de Shin-Ra, podemos fingir que morimos en el incendio… así no darán por muertos y no nos perseguirán, así podremos buscarles- sonreí- Estoy deseando pelearme con Génesis.
Sephiroth se había ido acercando a mí, yo pensé que eso era bueno, pero más tarde me arrepentiría de haber bajado la guardia.
-Le entregaremos juntos el planeta a la madre.
Entonces oí un pitido en mi cabeza, me llevé las manos a los oídos. Era insoportable. Me estaba mareando, pero en un rato… el pitido cesó, mi espalda se había arqueado un poco hacia delante, me incorporé.
-¿Sephiroth? ¡Voy a acompañarte!
-Tan tozuda… como siempre.
Y entonces pasó. Me hirió con su Masamune… me hirió en el mismo sitio donde ya me habían causado una herida casi mortal antes, me dio justo en la cicatriz del vientre…
-Sephiroth…

Lo último que vi, fue a él, no tengo ni idea de por qué no me mató. ¿Por qué me dejó vivir? En aquel momento no lo sabía, más adelante me enteré de sus planes. Yo no quería ver que la persona que conocí una vez, se había desvanecido. Me negaba a ver que Sephiroth había cambiado, había enloquecido hasta un punto inhumano. Pero este no era mi final, no pensaba quedarme sin hacer nada. Con mis últimas fuerzas, traté de aferrarme a la vida y salir de aquel sitio. Me arrastré por la sala hasta salir de ella, entonces llegué a las escaleras de fuera de la sala de Jénova. Con la vista nublada, recuerdo haber visto a un grupo de gente entrar, parecían vestir de trajes. Mi mente no lo procesó del todo en aquel momento, pero eran Los Turcos. Recuerdo haberme quedado a un pelo de caer por las escaleras rodando, pero nada más. No sé cómo es que no había muerto aquel día, realmente… yo no tenía un ángel de la guarda, tenía directamente al demonio de mi parte. Sí, así era y lo descubriría en un tiempo.
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