Bueno antes de nada decir que en realidad me da un poco de corte poner un fic así tal cual XD Por eso de que llegué ayer, pero no sé, me hace ilu ;P
Esta es una historia que empecé cuando tendría unos 10 u 11 años y había jugado al FFVII por primera vez, llegué a Kalm, vi esa pequeña historia y pensé *¬* Y bueno, había muchas paranoias que no son posibles y tal y cambié bastante la historia, total de niña era un manga (aunque no sabía que aquello era manga por aquel entonces) y bueno, aun así podríais encontraros paranoias y tal... de cualquier modo es un fic, y como todo fic no tiene que ser todo exacto al juego, por eso de que si se meten pjs nuevos o algo la historia va a varias y que si todo el mundo escribiese el juego exacto no tendríamos fics XD
Bueno, no me enrollo más, os presento al pj que me da nombre, Alín Vulpes, cuidadmela ^^ Y perdonad todas las paridas que dice, es que ha salido a mí, o yo he salido a ella, aun no lo sé XD
[center]-Capítulo I: El Legendario Soldado Soñado-
[/center]Desde aquel día…todo cambió. La primera vez que oí su nombre, el nombre de aquel héroe, el cuál era un dios luchando. Quería ser tan buena como él y comencé a entrenar para entrar en Soldado, así que aprendí a usar la espada, ya que anteriormente había usado un arco, pero los verdaderos Soldado llevaban espadas todos ellos.
Recordaba el arco y me entraba nostalgia, de hecho de ahí recibía uno de mis apodos Red Arrow, ya que muchos niños solían meterse con mi pelo, era a mechas blancas y castañas, alguna vez me lo teñí de blanco y comenzaron a llamarme vieja, pero al final me harté del todo, no podía teñirlo de castaño porque por algún extraño motivo, el pelo blanco no cogía color…se iban a meter conmigo de todas maneras así que lo dejé estar y cada vez que venían a meterse conmigo, comenzaba a lanzar flechas incendiadas desde la ventana. Yo hacía magia, algo que no era muy raro en el mundo, pero hay que saber usarla bien.
Sephiroth…mi ídolo, el mejor Soldado de todos los tiempos…recuerdo la alegría que sentí cuando pude verle por primera vez.
Todo comenzó cuando Shin-Ra visitó por primera vez el Cañón Cosmo, decían que sus intenciones eran buenas, pero poco después los del Cañón se dieron cuenta de que ni por asomo había algo de nobleza en las intenciones de Shin-Ra. Pero el Cañón perdió algo aquel día, a mí, ya que al encontrarme con Sephiroth, no pude evitar seguirle.
Recuerdo que yo estaba entrenando aquel día y decía cosas tales como que sería el mejor, ya que en aquel momento estaba entrenando vestida de hombre, quería entrar en Soldado en breve así que mejor ir entrenando también las pintejas. Al ser una chica, no sabía si me aceptarían en Soldado, así que mejor no arriesgarse. Al oírme murmurar cosas como Soldado, decidió hacerme una prueba para ver si valía, luché un rato contra él, no era una lucha a muerte, evidentemente, porque si no, con la mierda de nivel que tenía yo entonces (comparado con el de ahora, por supuesto) me habría matado de un porrazo, pero en fin, conseguí aguantar bastante bien, ya que era rápida esquivando y demás.
Me uní a Soldado, dudaban de si debía estar directamente en primera clase, ya que no tenía experiencia ni nada parecido, pero Sephiroth se interesó por mí, así que podría decirse que yo era su alumna, así comienza mi historia:
-Nanaki, apunta bien, cíñete a las coordenadas, sino huirá- me dijo por el walkie talkie.
-Recibido, ya sabes que puedes confiar en mí- respondí.
-No estaría yo tan seguro, recuerda la última vez- dijo.
-Eres un quejica, no pude evitar romper aquel pilar también, ¡me gustaría verte en mi lugar!- protesté.
-Vosotros dos- dijo una tercera voz- dejad la charla para más tarde.
-De acuerdo, señor Honor- respondí algo molesta.
Corrí hacia el objetivo, salté y le propiné una estocada. Lo corté por la mitad, pero mi estocada era… ¿cómo decirlo? Original, justo como yo. Hice una grieta en el suelo de hierro, lo malo de eso es que el señor profesor se iba a encabronar conmigo…
-Es imposible- comentó otra voz distinta a las anteriores- o rompe algo, o da la impresión de que su vida ya no tiene sentido.
-¡Tú a diseñar ropa!- volví a protestar.
Tenía que procurar que no me diesen mis arrebatos bestiales, porque igual se me olvidaba poner la voz rara para que no se notase que era una chica.
-Tan pasional como siempre…y tan problemático…así jamás tendrás fans- volvió a decir.
Me iba a liar a dar voces, pero en aquel momento una bestia se abalanzó sobre mí, menos mal que era de reacciones rápidas, porque sino… pero bueno, pude darle una estocada combinada con el elemento fuego, que era tan característico en mí.
Causé una gran explosión, de hecho, la onda hizo que yo cayese hacia atrás, caí bien y de una forma bastante guay además, pero pisé una piedrecita…
“Joder”.
Caí de culo y una nueva bestia se encaminó corriendo hacia donde yo me encontraba. Me incorporé de un salto y blandí mi espada para acabar con ella.
-Nanaki, deja de entretenerte y avanza, no tenemos todo el día, ve al grano- comentó mi profesor algo mosqueado.
“Desde luego que rápido e impaciente, como sea así para todo, no se va a echar novia en su puñetera vida”.
Me puse a correr como alma que lleva el diablo y tras un par de luchas, si es que se le puede llamar así, ya que de una estocada morían, llegué al verdadero reto, delante de mí se encontraba el Boss, pero eso no me asustaba, era lo que llevaba esperando todo el rato, a mí me encantaba luchar.
Una gran máquina se situaba enfrente de mí, era un Barredor, los conocía bien. Disparé un par de bolas de fuego y parecieron afectarle, pero no mucho, era evidente que al ser una máquina, lo mejor era lanzar rayos, centellas y otro tipo de efectos especiales, pero no fuego. Los del walkie talkie comenzaron a protestar y yo pasé de ellos, quería divertirme un rato y punto. La máquina me atacó y logré esquivarlo por un poco, era muy veloz a pesar de ser una máquina gigante. Me dejé de tonterías, porque los de megafonía iban a reventar el walkie talkie e iba a verme obligada a romperlo para que callasen, así que usé la magia de rayo contra la máquina, después esta me atacó, pero fue algo así como un manotazo, por lo que no recibí daño serio, y tras eso lancé mi último ataque, era una estocada imbuida en rayos. El Barredor se desplomó, yo había ganado.
En ese momento apareció mi maestro, Sephiroth. Yo le miré, de seguro me iba a putear de lo lindo, aguardé, tenía el rostro inexpresivo, ahora era cuando acojonaba de verdad, nunca se sabía si la iba a felicitar a una o si le iba a escupir directamente, lo segundo era más probable.
-Idiota- me dijo.
-¡Vamos!- exclamé- no te vayas a poner melodramático… ¿acaso nunca te has divertido luchando?
-De seguro que fue siendo tan imprudente como eres como te hiciste esa cicatriz en el ojo- me reprendió.
-Ya lo hablamos, no fue así- me defendí.
Yo tenía una cicatriz en el ojo izquierdo, bueno arriba y abajo del ojo, evidentemente, si llega a ser un poco más profunda, de seguro me quedo ciega. Esa cicatriz estaba cerca de un lunar que tenía bajo el mismo ojo. Me la hice intentando ayudar a una peculiar cachorra de zorro, la llamé Blue, porque sus ojos eran azules como el cielo, pero eso es otra historia, recibí el impacto de un monstruo que la estaba atacando, pero por lo visto Don Profesor no se lo creía. Me prohibieron traer a Blue conmigo, así que tuve que dejarla en el Cañón Cosmo antes de venir.
Sephiroth parecía querer matarme, al igual que Angeal y Génesis que acababan de llegar. Pero me daba igual, me gustaba divertirme y punto, lo malo es que me echasen de Soldado por chula de mierda, pero no era así. Simplemente me aburría con facilidad y buscaba entretenerme con cualquier cosa.
-Desde luego- comenzó Angeal- que alumno que tienes…
-Tú no te quejes- le respondió Génesis- que tu cachorro tampoco es que esté muy cuerdo.
Angeal esbozó una sonrisa incómoda, pero… ¿cachorro? ¿Se había comprado un perro y le dejaban tenerlo?
-¡Hey!- protesté- si Angeal tiene mascota, yo también quiero una.
Tras mi comentario comenzaron a reír, yo no entendía nada, en serio los hombres alcanzan una frecuencia distinta, no los comprenden ni su madre.
-Angeal no tiene una mascota, al menos no se considera mascota de momento- explicó Génesis- es su alumno, se llama Zacks, alias, el cachorro.
-Porque me recuerda a un cachorro- terminó Angeal.
-¡Bueno!- dije alucinando- ¡A saber cómo me llamáis a mí!- tras eso, comenzaron a hacerse los locos, mierda, yo tenía un apodo a mis espaldas- muy bien, os pondré a vosotros también.
-Normalmente nos llamas como te da la gana- respondió Génesis.
-Ya, pero este se lo facilitaré a vuestras fans, diré que es oficial- solté una risa despiadada mientras los otros tres me miraban- bueno, ¿Qué hago ahora? Se aceptan sobornos, pero quiero decir ¿A dónde vamos?
-De momento- respondió Sephiroth- deberías ir a las duchas, ya que estarán vacías y siempre tienes un especial interés en ducharte cuando no haya nadie.
-¿Tienes algo que ocultar?- preguntó Génesis en un tonito que no me agradó.
-Por supuesto, bastante más que tú y de lo que piensas, si entrases cuando me ducho, descubrirías que has dejado de ser el más guapo y popular- respondí con sorna.
Génesis se picó, Angeal se reía e incluso me pareció ver a Sephiroth esbozar una pequeña sonrisa. Los dejé tranquilitos y me marché a las duchas, después de un estriptis improvisado, me metí a ducharme.
“¡Qué alivio! Me cago en las puñeteras vendas”.
Para ocultar mi sexo, lo primero era parecer una tabla de planchar, y precisamente yo era justo lo contrario, así que vendas súper apretadas. Después de la ducha salí al vestuario, iba a comenzar a vestirme cuando escuché un ruido y tuve que coger las cosas como una loca y encerrarme en uno de los baños.
-¿Estás ahí, guapetón?- lo último lo dijo con un vacileo que daban ganas de pegarle.
-Tranqui, que puedes pasar, me oculté de tu vista para que no te desmayes- respondí del mismo modo.
Génesis avanzó hasta quedar justo enfrente del baño en el que estaba yo, lo sabía porque pude oírle fuera. Había terminado de secarme y me iba a empezar a vestir y me di cuenta de algo muy diver, las vendas se me habían quedado fuera, de hecho oí a Génesis hablar.
-¿Vendas?- preguntó sin entender.
-Sí, me hice daño en la pierna y me puse unas vendas para…- hice una pausa- un esguince, ¿sabes?
-Pues ya debe ser grande, porque aquí hay…puff- respondió.
-Anda, lánzamelas por encima de la puerta- le pedí.
-Vale- contestó y las lanzó, pude cogerlas al vuelo y comencé a ponérmelas.
-Por cierto, ¿qué haces aquí?- pregunté.
-Venía a buscarte, informaron de que hay problemas en Midgar, están apareciendo monstruos, va a ser tu primera misión real, irás junto a Sephiroth, ya que tiene que supervisarte- explicó.
-Eso no vale- comencé como si me estuviese quejando- Don Profesor lo que quiere es quedar de protagonista.
-No estaría yo tan seguro- me dijo.
-No…claro- dije sarcástica.
-Pues pregúntale, que está aquí mismo- me pareció que reía.
“Mierda, Génesis, esta te la guardo, cabrón”.
Abrí la puerta y los miré. Ya estaba lista para ir a donde fuese, y Sephiroth también parecía tan preparado como cabreado. Le miré intentando sonreír un poco para que no me cortase a trocitos.
-Tardas mucho, vamos- me dijo.
-¡Hey!- exclamé- no te molestes, que solo era broma- le expliqué.
-Lo sé- era más seco de lo normal.
Finalmente partimos, yo estaba más animada de lo normal, lo cual podría llegar a ser casi preocupante…pero era mi primera misión, tenían que entenderlo. Seguía emocionada y con ganas de destrozar todo lo que se me cruzase, pero tenía que contenerme para no destrozar a la gente de paso…
-Bueno, ¿hacia dónde?- pregunté con mucho ánimo.
-Tranquilo, chico- me respondió él- no puedes comenzar a armar un jaleo porque sí, tenemos que ser prudentes.
-De acuerdo- le respondí.
Traté de tranquilizarme, pero no podía. Estaba en mi primera misión oficial y con mi ídolo además, aunque él venía a vigilarme para que no la cagase. Le seguía de cerca, de hecho parecía su sombra, esperaba que aquel gesto no le incordiase, pero si no quería que me impacientase, pues tendría que limitarme a seguirle.
-Aquí están- comentó con su habitual calma.
Aparecieron un par de monstruos, no me dio tiempo ni a lucirme un poco, Sephiroth los despachó pronto, era un honor verle luchar, pero también me daba un no-sé-qué que no me dejase hacer nada, yo era capaz de defenderme sola. El hecho se repitió un par de veces, en un principio pensé que no se fiaba de mí, pero luego me di cuenta de que en realidad lo que quería era aligerar y ser lo más eficaz posible. Así que simplemente lo seguía a toda velocidad, me preguntaba cuando diablos me dejaría hacer algo. Llegados a un punto, extendió su brazo delante de mí, por lo visto habíamos llegado a nuestro destino, así que paré en seco.
-A ver si me dejas hacer algo, maestro- repliqué- que parece que he venido de adorno de decoración del fondo.
Me miró un momento, esperaba que no le diese por pegarme un Masamunazo en la boca por lista, ya que era un poco respondona, aunque no lo hacía con mala fe, es que me salía solo.
-Está bien, trata de hacerlo tú mismo, pero no destroces nada, me han dado el aviso si rompes algo…serás suspendido como Soldado- hizo una pausa- para siempre.
Iba a protestar, pero no me dio tiempo. Ante nosotros apareció la verdadera amenaza, era un monstruo deforme y que desprendía un vapor verdoso. Dejó caer tentáculos y tomaron forma de monstruos. Era la primera vez que veía algo así.
-¿De dónde sale esto?- pregunté.
-¿Asustado?- preguntó y yo solté un gruñido en respuesta, por supuesto que no lo estaba, pero nunca había visto algo así- está impregnado con energía de Mako, pudo ser cualquier cosa antes, ahora es una monstruosidad que además es capaz de reproducirse o…
-Directamente absorbió cosas antes, animales o incluso personas… ¿no?- acabé la frase, pero añadí esa pequeña pregunta, ojalá me equivocase y no fueran personas todo aquello con lo que me crucé, pero Sephiroth se quedó callado- supongo que eso es un sí…
Me preparé y empuñé mi espada, mi espada de fuego forjado. Tenía como una especie de púas por toda la hoja, que era muy gorda, aquella espada no podía tener una funda, era imposible enfundarla.
El monstruo creó dos monstruitos bastante más pequeños que él, desprendían el mismo vapor verdoso, pero aun así…las palabras de Sephiroth me hicieron dudar, si yo destruía algo…me echarían de Soldado para siempre.
-¡Esna!- grité y al ser estos de veneno y yo lanzarle una cura contra el veneno, reventaron- No creo que esto baste con ese grandote de ahí.
Imbuí la hoja de mi espada en aquella magia y me dirigí hacia el Boss, pero varias imágenes pasaban entonces por mi mente, si me echaban de Soldado ya no tendría a donde ir, en el Cañón Cosmo todos me odiaban por haberme unido a Shin-Ra. Vacilé un momento y aunque le di una estocada, no fue muy fuerte y el monstruo me golpeó con uno de sus tentáculos y me lanzó hacia atrás. Caí de espaldas, el veneno me había afectado, al darme con sus tentáculos me infectó. Antes de que pudiese levantarme si quiera o plantearme el curarme, Sephiroth le había propinado una estocada al monstruo haciendo que este soltase un chillido desagradable. Dejé baja la cabeza y apretaba las manos, yo me había sentado y le vi propinar la estocada, era simplemente perfecto, su forma de luchar era asombrosa, inimitable…
-¿Qué te ha ocurrido?- me dijo él mientras yo tosía de una forma brusca, ya que estaba apretando los dientes de puro genio- ¿por qué has dudado?- se había acercado a mí y me aplicaba la cura para el veneno- ya veo…estás con un berrinche porque has fallado…ha sido mi culpa, pero tenía que avisarte, planeaban echarte si destrozabas algo, estaban prevenidos, no es un secreto que lo rompes todo- me pareció oír una especie de risa corta, como si se le hubiese escapado, ya había terminado de curarme, me tendió el brazo- venga, guárdate ese orgullo que tienes y vamos.
Yo agarré su brazo para poder levantarme mejor del suelo. Me sacudí la ropa y me dispuse a seguirle, pero al final me puse a su lado. Me sentía inútil, tenía ganas de ponerme a llorar a voces, pero eso sería raro en un hombre.
“¡Hombres! Como siempre teniendo que ocultar lo que sienten”.
Bueno, yo era muy orgullosa también, como era evidente, pero aquel llanto sería de pura rabia. Sentí algo a mi espalda, al volverme me quedé helada. El monstruo. Ya no estaba vivo, pero se había seguido reproduciendo, uno de ellos se abalanzaba sobre Sephiroth, yo tuve el tiempo justo para gritar, empujarle e interponerme, pero no lo pude parar del todo. Paré gran parte del ataque, pero…
“Hace frío…”.
Sentí frío, lo cual era raro en mí, porque yo era calurosa. Me había llevado una mano al vientre instintivamente, miré y vi sangre, mi sangre…
Caí de rodillas y lo último que vi al desplomarme y justo antes de perder el sentido, fue a Sephiroth luchando e incendiando a un monstruo, me parecía que gritaba cosas o que me hablaba a mí, pero solo era una posibilidad. Me pitaban los oídos, pero a la vez es como si tuviese presión en ellos.
“Luchando…junto al más grande…me parece una buena forma de acabar, al menos ya no tendré que preocuparme de donde ir si me despiden por imprudente. Sephiroth…yo…yo te…yo siempre te he…”.
Frío…tengo frío…
*Esto es solo el principio…*
“¿Qué? ¿Quién eres?”.
*¿No lo sabes?*
“¿Si no para que pregunto?”.
*Debes…*
“¿Qué?”.
*Tú debes…*
“¿Yo debo? No entiendo nada”.
*Eres la que debe…*
-Parece que se recuperará, así que estate tranquilo, no corre peligro- decía una voz conocida.
“Espera, dime quién eres”.
Oía la voz pero se mezclaba con otras voces, no la entendía, los oía a ellos con más claridad.
-Pensé que habría muerto- dijo otra voz, también conocida.
-Bueno, yo siempre supe que escondía algo, ahora lo puedes comprobar- se rió.
-¿Has venido a mirar muy a menudo cuando no hay nadie, Génesis?
-¿Acaso te preocupa?- la pregunta sonó con mucha sorna.
-Eh, espera… ¿vas a ponerte ahora a juzgarme o a convertir esto en un calvario?
-Solo comento lo evidente, estás interesado, Sephiroth- la última palabra la dijo con lentitud.
A mi cada vez me pesaban menos los párpados y los oía con absoluta claridad. ¿De qué hablaban ese par? ¿Qué demonios…? Y entonces lo recordé todo, me incorporé hasta quedarme sentada, aunque fue más bien como si en la cama hubiese muelles, ellos dieron un salto. Seguro que ahora lo sabían.
“Me van a echar…me van a echar de Soldado”.
Sentía mis ojos arder, me mordí el labio con fuerza para tratar de contener las lágrimas, pero fue inútil. Ya sabrían la verdad.
-¿Qué ocurre?- preguntó Sephiroth.
-Yo…- comencé, pero no me salían las palabras.
-¿Pasaste miedo?- me preguntó Génesis.
-No, no es eso…yo…no quiero que me echen de Soldado- confesé.
-¿Por qué deberían hacer eso?- volvió a preguntar Génesis.
-¿Acaso no es obvio?- pregunté, yo ya no mantenía mi voz de hombre, hablaba normal, había agachado la cabeza- no hay mujeres en Soldado.
-Eso es porque ninguna se ha alistado- me explicó Sephiroth haciendo que yo levantase la cabeza y lo mirase- no te echarán por ser mujer, tranquila- sonreí un poco, me sentía aliviada- lo que no entiendo es cómo nos engañaste a todos tan bien…
-Eso es fácil- repuse yo que ya estaba con mi habitual humor- vendas + ropa ancha + pelo recogido + enfadarme pronto = hombre.
-Desde luego- comentó con pesar Sephiroth tapándose la cara con una mano.
-Es que, chica, como lo has tenido tan preocupado…- comentó Génesis con sorna nuevamente y poniendo demasiado énfasis en lo último.
-No digas chorradas- repuso Sephiroth- eras tú el que venía a verla a todas horas.
-Ya, y tú te pasabas los días aquí, sabes que venía porque te escondías- comentó Génesis.
-¿Cuánto tiempo llevo dormida?- pregunté haciendo que parasen.
-Semanas, y Sephiroth no se ha alejado ni un momento, más desde…que se supo tu gran problema y…
-¡Hey, no te pases!- protesté.
-Creo que Génesis esperaba ver algo, realmente- comentó Sephiroth como el que comenta que va a por el periódico.
-Por dios, no sigáis…en serio, no quiero pensar lo que habéis hecho mientras estaba sin sentido…de verdad- me puse una mano en la cabeza.
-Y por cierto, tranqui, te atendió una enfermera- me comentó Génesis- lo digo porque eres capaz de liarte a voces si piensas que fue un tío.
-Ya, vale…gracias…- contesté.
-Pero que sepas que Sephiroth lo descubrió antes que nadie, él te trajo aquí, y por la herida que tienes…tus vendas se rompieron y claro, se soltaron- dijo como si nada- yo no soy responsable de lo que ocurriese por el camino, ¿eh?
Sephiroth miró a Génesis con ganas de matarlo totalmente, de hecho pensé que lo haría seguramente, ya que esa cara poco la había visto y siempre se avecinaba algo malo cuando la adoptaba. Génesis comenzó a reír y aunque Sephiroth estaba enfadado, me pareció que se relajaba un poco.
-Ahora nos explicamos muchas cosas- comentó Sephiroth
-Tu malhumor ocasional, tus berridos, tus ganas de pelearte con todo- decía feliz Génesis- cosas de mujeres supongo.
Hice un amago de levantarme, porque iba a revolear a Génesis, pero Sephiroth me hizo un gesto y me agarró para que no lo hiciese.
-Tienes el vientre vendado, pero tu camisa quedó destrozada, solo llevas los pantalones puestos- me advirtió y yo me tuve que relajar.
“Te guardo esta también”.
-Me las pagarás algún día- le dije y Génesis se limitó a reír.
-Por cierto- dijo tras dejar de reírse- no sabemos tu nombre, porque francamente, no creo que te llames Nanaki.
-Me llamo Alín Vulpes, ese es mi verdadero nombre, Nanaki es el nombre de mi hermano adoptivo, por llamarlo de alguna manera- expliqué.
-Alín…que nombre tan bonito- comentó Génesis en tono bajo- y pensar que lo lleva una mala bestia como tú…
-¡Oye, eso no te lo voy a permitir!- grité y de nuevo Sephiroth tuvo que sujetarme- ¡Ay!
Me llevé la mano al vientre, aun me dolía, me había esforzado demasiado. Si es que yo era de esas personas idiotas por naturaleza, así que en aquel momento me quedé quietecita, mi cuerpo me había advertido que lo hiciese.
-Aunque parece que te curas rápido, no estás para exaltarte mucho- me dijo Génesis- otro día nos peleamos, Alín, cuando estés mejor.
-De acuerdo, solo espero que no estés demasiado asustado o te dé por marcharte sin decir nada- comenté.
-Tranquila- me aseguró- estaré- hizo una pausa- bueno, me marcho, quizás Sephiroth quiera besuquearte- le salió tal cual como si fuese algo normal.
No me dio tiempo a gritar de todo cuando ya se había marchado, tenía que inventarme algún insulto adecuado para él y que expresase todo. Génesis era mi amigo de insultos, alguien a quién se aprecia, pero también con el que una se pelea para echar el rato.
-Alín, no vayas ahora a creer lo que ha dicho Génesis, ya sabes que…
-Tranquilo, Sephiroth, sé que a Génesis lo de meterse conmigo o decir cosas de por el estilo, pues le encanta- me reí- francamente no creo que me hicieses nada, pero no puedo evitar tener ganas de apedrearle.
-¿Cómo te encuentras?
-Pues en realidad bastante bien, tengo ganas de ponerme a entrenar, no puedo seguir aquí simplemente.
-Debes descansar.
-Pero a saber el tiempo que llevo aquí y…yo quiero entrenamiento y demás.
-Alín, como tu profesor que soy te obligo a descansar, también es parte del entrenamiento, deberías aceptarlo.
-Es que me aburro.
-Vaya- se puso sarcástico- por lo visto mi compañía no es lo suficiente buena, ¿no?
-¡No es eso!
“Claro que no es eso, me encanta estar cerca de ti, me encanta estar contigo y que hablemos, pero no estoy segura de porqué”.
-¿No?
-Cuando estás cerca es…emmm…como si yo estuviese más tranquila, no sé explicarlo, es simplemente que nunca me ha gustado lo relacionado con los médicos y demás.
-Entiendo, tienes miedo.
-¡Qué no!- grité- ¡Sois unos pesados!
-Tranquila, no temas.
-¡Qué no tengo miedo!
Yo de nuevo iba a levantarme y gritar a pleno pulmón, esta vez tampoco me levanté, pero no fue porque me sujetase exactamente. Sephiroth acariciaba mi cabeza. Había puesto una mano sobre mi cabeza y la acariciaba suavemente. Estaba asombrada.
-Te disgustan estas cosas, así que en parte le tienes algo de miedo- continuó normal y a mí me entraron ganas de arrancarle un brazo de un mordisco- así que tranquilízate- hinché los carrillos, estaba enfadada- no pongas esa cara.
-Déjame- le dije aun enfurruñada.
Sephiroth comenzó a acercar su cara a la mía, yo adopté una cara de sorpresa, ¿por qué se acercaba? ¿Tenía yo algo en la cara? No…no…no podía aguantar que estuviese tan cerca, no sabía por qué, me ardía la cara y estaba paralizada. Por su parte mi corazón se agitaba violentamente.
“¿Qué es esto…? ¿Acaso es eso que llaman…?”.
-Alín…
-Sephiroth…
Nuestros labios casi se tocaban, yo agarré su cuello con mis brazos y lo atraje hacia mí. Nos besamos, no podía creerlo. No podía ser cierto. Estaba besando a Sephiroth, y él me devolvía el beso, o quizás fuese al revés. ¿Qué más daba? Él agarró mi cintura con suavidad, no me atrajo mucho hacia sí, supuse que para no hacerme daño. Se separó en un momento, algo que me molestó.
-Alín…Alín- decía Sephiroth, pero cada vez le oía llamarme más flojo hasta que no oía nada y entonces desperté, por así decirlo- ¿Alín, te encuentras bien?
-¿Eh?- le miré sorprendida, estaba cerca de mí- ¿qué ha pasado?
-Estabas protestando y gritando que no tienes miedo, y de repente te has quedado como ausente y yo me acerqué a ti, pero llevas un rato…- se calló un momento- me has asustado.
-Lo siento- se me saltaron las lágrimas.
“Soy patética…he imaginado todas esas tonterías que jamás ocurrirán”.
Y es curioso que años después…no pude negar esa frase. ¿Qué puedo decir? ¿Qué le amaba? ¿Qué me habría encantado que me besase? Bah, eso es imposible…
Simplemente él no era para mí, y aunque lo sabía en lo más profundo de mi corazón...me negaba a aceptarlo simplemente. Quería estar con él. Quería que me llevase a donde quiera que fuese, me daba igual que fuese al fin del mundo, yo le seguiría.
Sephiroth lo era todo para mí. Mi ídolo. Mi inspiración. Mi…primer amor…
Que cursi que me he vuelto con los años, ¿no? Antes le habría cortado la cabeza a quién lo sugiriese simplemente. O simplemente ahora había madurado y no me importaba admitir lo que sentía…o más bien lo que sentí…supongo…