Creo que nadie va a discrepar conmigo en que la nostalgia es algo muy humano. No es un sentimiento completamente feliz ni completamente triste, pero muestra un cierto desencanto con el momento actual en favor del tiempo pasado. Esta no es una sensación individual, ya que tenemos, por ejemplo, el culto a lo vintage o lo retro de forma global en nuestro ámbito sociocultural. Ni siquiera se puede decir que sea algo actual porque, entre otras cosas, el Romanticismo tuvo un fuerte componente nostálgico.
Personalmente me fascina escuchar canciones de cuando era más joven, aunque en aquel tiempo las considerara malas. De vez en cuando veo en Google Street View los sitios donde he vivido o examino meticulosamente los dibujos que hacía cuando era pequeño. Alabo la sinceridad de las primeras amistades y exagero la perfección del primer amor. Sin embargo, mi motivación para escribir este texto se resume en la siguiente pregunta: ¿es lógico hacer esto a los veintidós años? Suena ridículo, más aún cuando uno piensa que no hace tanto desde que vivimos aquellas cosas por las que tenemos nostalgia. Si ahora estamos así, porque supongo que no me ocurre solamente a mí, ¿cómo estaremos dentro de veinte o cuarenta años? Y más importante aún: ¿esta nostalgia nos impide madurar?
Evidentemente el concepto que tenemos de "adulto" ya no tiene validez. Oficialmente todos lo somos a partir de los dieciocho, pero puedo jurar que no conozco a nadie de mi generación que realmente lo sea. Para empezar, el acceso al mundo de los adultos está restringido. La idea sobre la que se sustenta nuestro concepto de adultez es la autosuficiencia y actualmente eso es un privilegio. Incluso aunque se cumpla ese requisito, la falta de madurez sigue siendo notable y posiblemente tiene su origen en la nostalgia. La generación de nuestros padres tuvo la misma nostalgia que tenemos nosotros actualmente, pero desde luego no vivieron una infancia tan fácil (quizá por eso mismo han procurado, afortunadamente, que nosotros sí la vivamos) ni un futuro tan negro. Contamos con mayor preparación que la que ellos tuvieron en su día, pero su mundo nos parece un mundo ajeno, complicado y confuso, así que nos refugiamos en la postadolescencia. La meta de la adultez, en caso de que sea una, es una utopía, porque no vamos a ser como nuestros padres.
Por otra parte, creo que cambiar el concepto de adultez u olvidarnos de la nostalgia no son ningún tipo de soluciones, porque la utopía solo es un síntoma. Ni siquiera sé qué conclusión sacar de todo esto, vaya, así que os invito a discutirlo.